lunes, 11 de agosto de 2008

Sanar al país.


Lydia Cacho
Plan B
11 de agosto de 2008

La justicia no es venganza, sino orden moral. ¿Quién nos lleva de la mano a sanar al país mientras juegan a la guerra?

Encendemos la radio, tres personas fueron acribilladas en Tamaulipas; cambiamos de estación; el hijo de un empresario fue encontrado muerto luego de haber sido secuestrado. En internet encontramos que la agencia de noticias CIMAC fue asaltada en la ciudad de México, se llevaron todo, las reporteras estaban investigando las violaciones y feminicidios de mujeres indígenas en la sierra de Zongolica. En Chihuahua tres niñas más fueron asesinadas. Los diarios dan el recuento de acribillados del día. Estamos saturados de violencia, de gritos de guerra.

La sociedad mexicana vive sumida en el miedo, la indefensión y la rabia. Emilio Gamboa Patrón, adalid de la justicia diferenciada, en defensa del padre del joven asesinado, en su investidura de líder del Congreso, exige pena de muerte para los secuestradores. Otra diputada pregunta en voz baja ¿sólo para quienes secuestran ricos o también para los que secuestran y matan niñas y mujeres pobres en Ciudad Juárez? Un diputado le dice que no sea políticamente incorrecta, puede ofender a la familia del joven asesinado. Ella no minimiza la pérdida de los dueños del emporio Sports City, señala que hace años la clase política no se había pronunciado tan indignada por un delito cometido contra una persona. En su enojo la gente pide pena de muerte, más poder a la policía (negando su probado poder de corrupción). La violencia genera más violencia, y hasta el Presidente está movido por el miedo y la rabia. Cada tanto la sociedad se rebela contra un caso, marcha, denuncia, grita ¡basta ya! Y luego vuelve a la vida de siempre. Las familias a llorar sus pérdidas, algunas emigran a tierras más seguras.

Yo prefiero preguntarme ¿por qué cada vez más mexicanos están dispuestos a matar y dañar a sus compatriotas? ¿Cómo llegamos hasta aquí? A convertirnos en una patria llena de ira, de sed de venganza, profesionales del crimen. No podemos olvidar que es responsabilidad de las autoridades detener la violencia, no fomentarla. Felipe Calderón debe saber que promover una cultura de guerra, de te matan o matas, tendrá consecuencias sociales de largo plazo.

Un secuestrador mata a un niño, la sociedad pide que lo maten a él. Y lo pide porque detrás de su sed de venganza está el miedo de que el próximo secuestro sea en su familia, en un ser querido. Pero habrá otro secuestrador, y otro más. Mientras eso sucede descubrimos que cuando no entendemos el miedo, elegimos convertirnos en agresores. Y la violencia generada desde el poder, produce más opresión. La guerra deviene en más miedo, en más violencia. Más opresión, genera más rabia, más delincuencia. México es un gato que se persigue la cola dando círculos. No acabamos de comprender que los verdaderos enemigos de México son la pobreza, la desigualdad, el abuso del poder político que coarta la libertad individual y colectiva, y la falta de oportunidades para que millones de personas le encuentren sentido a sus vidas. Sabemos que el sistema de justicia necesita ser renovado integralmente, los buenos proyectos contra la impunidad sobran. México no sanará con más violencia. La justicia no es venganza, sino orden moral. ¿Quién nos lleva de la mano a sanar al país mientras ellos juegan a la guerra?

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