viernes, 14 de noviembre de 2008

En picada





Luis Javier Garrido

El país no está ya en la posibilidad de soportar las políticas de un gobierno como el actual ante las dimensiones de la crisis nacional agravada ahora por la recesión internacional que se avizora catastrófica, y los últimos acontecimientos no hacen más que ahondar la preocupación nacional.

1. La designación del litigante Fernando Gómez Mont, un hombre ajeno al grupo de Calderón, como titular de la Secretaría de Gobernación en sustitución del empresario Juan Camilo Mouriño, trágicamente desaparecido, abre un nuevo escenario en la vida política del país, pues confirma el serio desbarajuste que existe en el gobierno de facto como consecuencia de la ineptitud del grupo gobernante y de las tensiones derivadas de la disputa por el poder entre las diversas facciones de la derecha, abriéndose así un escenario aún más incierto para los mexicanos que anuncia mayor intolerancia del poder.

2. La llegada de Gómez Mont al Palacio Cobián no se ha dado como un simple relevo en un gobierno para continuar sobre la misma vía, sino como una brusca y forzada reorientación de las políticas del gobierno de facto que está siendo obligado por quienes lo respaldan –y controlan– a rectificar en una serie de cuestiones fundamentales para todos aquellos que comparten el poder de manera patrimonial y que lo utilizan de manera insaciable como un botín.

3. El escenario es claro, pues aún no concluido un tercio de su sexenio, Felipe Calderón se ve forzado a perder la Secretaría de Gobernación quedando reducido cada vez más al papel figurativo que aceptó el primero de diciembre de 2006, y sin más alternativa que buscar retirarle al nuevo secretario, por la vía de las decisiones de facto, algunas de las funciones que asumía Mouriño: de la jefatura del gabinete a la responsabilidad de la seguridad nacional, pasando por la propaganda del gobierno.

4. El relevo de Mouriño –hombre de confianza de Calderón– por Fernando Gómez Mont –pieza de Diego y del salinismo– no es, por consiguiente, para proseguir las mismas políticas de su predecesor, sino para operar un viraje significativo en los asuntos que constituyeron motivo de divergencias en el interior de la coalición de grupos de derecha que asaltaron el gobierno en 2006 marcando la sorda lucha por el poder en estos meses, y que desde ahora se percibe van a ser en al menos cuatro aspectos significativos: a) los grandes negocios y en especial los del petróleo, b) la relación con los cárteles del narcotráfico, c) el reparto de cuotas entre el PRI y el PAN en las legislativas de 2009 y, desde luego, d) la sucesión en 2012.

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