viernes, 31 de octubre de 2008

Las chichis de la víbora




Porfirio Muñoz Ledo

Bitácora Republicana

Esta semana se presentaron dos libros en Madrid: La semilla del mal, de Pierre Schori, y La ruptura que viene, de quien esto escribe.
El político y diplomático sueco es el heredero del iluminado socialista Olof Palme y le correspondió vivir, en tanto embajador de su país ante la ONU, los años más perversos de la administración Bush. Su obra es un recuento informado e implacable de los destrozos históricos originados en el “Proyecto para la nueva centuria americana” de 1998.
El primer evento, celebrado en el Círculo de Bellas Artes de la calle de Alcalá, fue motivo de un debate animado por Juan Luis Cebrián. Hubo coincidencia sobre los orígenes y dimensión de la crisis global, pero también incertidumbre en torno a lo que viene. Pareciera que las únicas realidades palpables son el cambio de liderazgo político en EU, la dilución de los paradigmas de la dictadura del mercado y el arribo a una sociedad mundial multipolar. El resto es silencio.
Respecto a la paz y seguridad internacionales, resultó evidente que es necesario abolir los dogmas. No será posible referirse al “terrorismo” desvinculado de sus génesis más inmediatas: cinco décadas de ocupación de Palestina, tres de invasión de Afganistán, la injusta ocupación de Irak y la amenaza contra Irán. Valoramos la promesa de Obama de que EU no importará hidrocarburos dentro de 10 años, lo que significaría la abolición de las guerras petroleras y el estreno de una esperanza ecológica. Igualmente, la disminución de los flujos internacionales de comercio.
Se reconoce un impulso europeo a favor de un nuevo Bretton Woods, pero no se aprecia un diseño correspondiente a los requerimientos de una sociedad global. Una cosa es salvar y equilibrar la economía de las naciones centrales —como en 1944— y otra rescatar a un planeta asolado por todas las plagas. Frente a las iniciativas de Brasil, India, China y Sudáfrica, la reacción liliputiense de México pareciera confirmar su adhesión colonial: una Alaska del sur, con su versión pintoresca de la señora Palin.

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