Domingo 5 de julio de 2009
Leroy despertó temprano, el ruido de los tianguistas al azotar los tubos en el piso le hizo abrir los ojos, un rayo del luz se filtraba por entre las cortinas, se paro y vio el reloj ¿las 5.45 horas? se asomo a la ventana, dos camiones descargaban los utensilios de la gran carpa que servía para establecer el comedor, tan grande que muchos restaurantes les tenían envidia por la cantidad de gente que iba a comer allí, decían que era de un arquitecto y cuñado de un delegado. Fue al baño, no había agua, la comisión del agua la cortaba los fines de semana, regreso molesto a la cama. Luego tomo las cosas con calma, y se quedo dormido, más tarde escucho que caía agua, eran como las 8.30 se paro de rayo y se baño, eso le alegro, se vistió y luego desayuno unos chilaquiles verdes y jugo de manzana, frijoles con queso fresco y tortillas de harina, tomo una taza de café y así; más animado salió a cumplir sus actividades como ciudadano. Al salir de su casa a unos paso de la puerta vio a Rubén, lo miro tratando de que le hiciera caso.
-Que tal como estas.
-¿Ya va a votar doctor? ¿Hay que votar por el partido del trabajo?
-El domingo… hace dos domingos, te estuve buscando para ir a ver a Batiz, vino al parque. Te hubiera tomado una foto con él, para que se las enseñaras a los de PT.
-No supe –murmuro Rubén y apresuradamente camino al tianguis.
Continuo, el aire huele a alimentos, está lleno de ruidos y sol. No soy más que un granito en un montón de arena. Apretó el paso a lo largo del estruendoso pavimento donde el sol atravesando las carpas trazaba en la calle franjas de amarillo cálido –No soy más que un grano en un monto de arena – apresuradamente marchaba a buen paso en la luz rosada de la mañana, el martilleo de los platos y vasos cargados de alimentos y líquidos levantaban un ruido constante. Delante de la puerta de la escuela donde se llevaba a cabo la votación le esperaba una muchacha y un muchacho con una credencial colgada al cuello, los dos se veían llenos de efervescencia como una botella de refresco recién abierta.
-¡Viene a votar! ¡Pase por aquí!
La chica tenía el pelo teñido, la cara ovalada, con la sonrisa mostraba los dientes blanquísimos, se veía que se había arreglado muy bien para participar. El chico tenía pelo negro, la cara redonda, de gordito, en el pantalón ajustado se le salia la gordura, una alegre sonrisa mostraba. a Lweroy le recordó las personas que se paran afuera de 20 de noviembre, cerca del centro para ofrecer mercancías para animar a los que pasan para que compren sus mercancías, invitando a la gente a apreciarla; los siguen unos pasos, les dicen las bondades de lo que ofrecen y luego dejan que se alejen con una sonrisa y se acercan a otra persona.
-¡no hay muchas gente! ¿Cómo hace tres años que había dos filas? –Le pregunto Leroy a alguno.
-Pues sí, ya vendrán, es que están desayunando aun, ¡pero pase a allá!- lo acompañaron hasta el lugar donde se votaba.
Espero unos segundos mientras una persona delante de él lo atendía, los escrutadores se tomaban muy en serio su papel, como si las votaciones fuera algo muy serio. Distraido le piden su credencial mientras reconoce el lugar.
-¡Me permite su credencial!- le repite el escrutador.
-Si… tome –extiende su mano con la mica.
El señor pronuncio su nombre en voz alta, se escucha en el salón vació, donde en dos mesas esperan ansiosos otras personas a que termine. los representantes de los partidos buscaron al escuchar el nombre en una lista, cinco personas a la vez hacen movimientos, como cuando el director de una orqueste les muestra la batuta y los músicos tocan su instrumento, mueven una lista, lo mismo hace el escrutador director de la orquesta de votaciones, busca entre las hojas.
-Es el numero 354- menciona igualmente fuerte, los representantes de los partidos localizaron el lugar y le dan su aprobación. Un secretario le da una boleta para que vote, mientras el escrutador tomo un sello chiquito, lo levanto demasiado para demostrarle a todos que había sellado el papel de la lista, todos en silencio aprueban lo que hace, le entregaron la boleta.
-Allí pude votar- le dice un señor con cara de pocos amigos.
-¿Me va poner antes la tinta en el dedo?
-¡Primero vote! –le dice amablemente el escrutador.
-¿Que tal si luego me salgo y no sabe si vote?
-Me quedo con su credencial y hasta que no regrese no le pongo la tinta en el dedo y no le doy su credencial –menciona el señor contento de saber todos los paso que se deben seguir.
A lentas Zancadas se mete leroy debajo de una cortina de plástico, cubierta por todos lados, en donde hay una crayola negra, revisa lo que le dan, después de analizar bien, tacha las siglas del PT y sale, eran las de diputados federales, regresa y se queda parado mientras le pone un la tinta en el dedo y le regresan su credencial parecía que ya no les importaba lo que hiciera.
-¿Y luego que hago?
-Pase allá- le señala el escrutador molesto.
Un señor le llama para votar por delegados y diputados locales, allí eran más amables pero el proceso era al revés, le pusieron primero la tinta en el dedo y luego le dieron las boletas, se metió al lugar cerrado, tacho bien los cuadritos procurando no pasarse , doblo perfectamente las boletas y salió, un señor le indico donde colocar las boletas, dos cajas, de color morado y guinda, así que ab rio su boleta con pena por no haber cuidado ese detalle y de reojo vio que boleta era para delegado, la guinda, la caja era del mismo color, alegre metió el papel y luego el otro, y regreso con el escrutador por su credencial
-¿Ya le pusieron el sello en el dedo?
-Si me lo voy a lavar para que se borre- dijo burlón leroy.
-¡Solo que un doctor le quite la piel se puede borrar! – gruño el señor.
-Soy doctor y vera como si me lo borro en mi casa –ja ja
-es un delito, dijo el representante del PAN
-Mientras no regrese aquí nadie me puede hacer algo. ¡Ja! ¡Ja!
Todos rieron de las ocurrencias de Leroy mientras salía, al fin que no había gente, al llegar a la puerta vio como dos personas se acercaban a votar, mientras los animadores de la puerta perseguían gente para venderles su producto, al verlo pasar le sonrieron
-Ya voto dijo la chica alegre, como si hubiera vendido la mercancía y le dieran una comisión por cada uno que atrapara.
Solo le enseño su dedo y se despidió con una sonrisa, desaprecio entre los puestos de discos piratas y ropa.
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