Emma Díaz Ruiz
En el 2006, ante la inminencia de las campañas electorales, ninguna bancada parlamentaria tuvo el valor para echar atrás la ley televisa, y es que el poder ha creado un monstruo capaz de destruir políticamente cualquier oposición a la “teledictadura”, como la nombró astutamente el Canal 6 de Julio.
Estas empresas que usufructúan un bien nacional, como el espacio radioeléctrico, a cambio de nada, han crecido, en parte, gracias a la tolerancia que han tenido nuestros gobiernos “libremercadistas” hacia las prácticas monopólicas que han impedido que se amplíe la oferta informativa en la radio y televisión.
Eduardo Andrés Sandoval, en su artículo “Televisión y política mediática en México”, achaca a la cultura televisiva el abandono de la formación de cuadros, la vinculación de las bases y la reunión personal en el ámbito político. Se ha venido a sustituir por spots casi mercantilistas, con lemas cortos que no informan acerca de los fundamentos ideológicos de una corriente de pensamiento político.
Cuando en 2007 se discutieron las reformas al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) en el Senado de la República, las distintas bancadas debatieron hasta el cansancio contra representantes de las televisoras porque los partidos políticos exigían tiempo aire en horarios “decentes” para expresar sus plataformas políticas y opiniones, bajo el supuesto de que esta reforma reduciría los gastos de los partidos en medios electrónicos.
La reforma se aprobó y acto seguido, se erogaron más gastos en este rubro para la elección intermedia de este año que para la presidencial de 2006, que fue de 997.7 millones de pesos, según el IFE. El gobierno federal, por su parte, reportó cerca de 40 millones de pesos en la producción y emisión de spots utilizados para convencer a la población de que, en su tarea, no la está regando.
Así, los políticos viven temerosos de perder la simpatía de los empresarios de la comunicación, que dedican el tiempo aire a ofrecer una serie de datos dispersos mezclada con opiniones particulares e imágenes sacadas de contexto, dependiendo de la línea editorial del momento. Los medios marcan también la agenda nacional.
El comportamiento de los medios electrónicos hacia los movimientos sociales, como en el caso de Oaxaca y Atenco, ha sido vergonzoso. La autodenominada “opinión pública” se dedicó a juzgar y condenar a los luchadores sociales, mientras ignoraba los abusos sexuales y asesinatos cometidos por parte de la fuerza policiaca en contra de manifestantes desarmados, por supuesto, sin discutir jamás el fondo del conflicto. Y han llegado más allá, no sólo polarizando a la sociedad por sus diferencias ideológicas, sino inclusive utilizando los complejos raciales y la ilusión del status quo para fomentar una cultura de intolerancia en el contexto de las coyunturas políticas.
Pocas veces el cerco informativo es abordado como uno de los mayores malestares en nuestro país, pero resulta tan importante, que la sociedad civil está encauzando una lucha cada vez más frontal contra la “teledictadura”. Desde medios alternativos de comunicación hasta observatorios de medios electrónicos, pasando por la voz cada vez más recia de periodistas que exigen el derecho a la información para los ciudadanos y la apertura.
Es una tarea difícil, pero gracias a las no tan nuevas tecnologías de información, existe un espacio que todavía no está acaparado ni regulado por la cúpula corrupta mexicana. En especial, me gustaría mencionar a una radio ciudadana por internet que cumple esta semana tres años transmitiendo en vivo las 24 horas, gracias al trabajo de ciudadanos que antes jamás habían hecho labores periodísticas y que, sin ningún tipo de patrocinio o ayuda económica externa, han logrado colocarse inteligentemente en el panorama informativo por internet para convertirse en un medio confiable y constante, intrínsecamente ligado al movimiento de Resistencia Civil Pacífica.
Felicidades RadioAMLO
Estas empresas que usufructúan un bien nacional, como el espacio radioeléctrico, a cambio de nada, han crecido, en parte, gracias a la tolerancia que han tenido nuestros gobiernos “libremercadistas” hacia las prácticas monopólicas que han impedido que se amplíe la oferta informativa en la radio y televisión.
Eduardo Andrés Sandoval, en su artículo “Televisión y política mediática en México”, achaca a la cultura televisiva el abandono de la formación de cuadros, la vinculación de las bases y la reunión personal en el ámbito político. Se ha venido a sustituir por spots casi mercantilistas, con lemas cortos que no informan acerca de los fundamentos ideológicos de una corriente de pensamiento político.
Cuando en 2007 se discutieron las reformas al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) en el Senado de la República, las distintas bancadas debatieron hasta el cansancio contra representantes de las televisoras porque los partidos políticos exigían tiempo aire en horarios “decentes” para expresar sus plataformas políticas y opiniones, bajo el supuesto de que esta reforma reduciría los gastos de los partidos en medios electrónicos.
La reforma se aprobó y acto seguido, se erogaron más gastos en este rubro para la elección intermedia de este año que para la presidencial de 2006, que fue de 997.7 millones de pesos, según el IFE. El gobierno federal, por su parte, reportó cerca de 40 millones de pesos en la producción y emisión de spots utilizados para convencer a la población de que, en su tarea, no la está regando.
Así, los políticos viven temerosos de perder la simpatía de los empresarios de la comunicación, que dedican el tiempo aire a ofrecer una serie de datos dispersos mezclada con opiniones particulares e imágenes sacadas de contexto, dependiendo de la línea editorial del momento. Los medios marcan también la agenda nacional.
El comportamiento de los medios electrónicos hacia los movimientos sociales, como en el caso de Oaxaca y Atenco, ha sido vergonzoso. La autodenominada “opinión pública” se dedicó a juzgar y condenar a los luchadores sociales, mientras ignoraba los abusos sexuales y asesinatos cometidos por parte de la fuerza policiaca en contra de manifestantes desarmados, por supuesto, sin discutir jamás el fondo del conflicto. Y han llegado más allá, no sólo polarizando a la sociedad por sus diferencias ideológicas, sino inclusive utilizando los complejos raciales y la ilusión del status quo para fomentar una cultura de intolerancia en el contexto de las coyunturas políticas.
Pocas veces el cerco informativo es abordado como uno de los mayores malestares en nuestro país, pero resulta tan importante, que la sociedad civil está encauzando una lucha cada vez más frontal contra la “teledictadura”. Desde medios alternativos de comunicación hasta observatorios de medios electrónicos, pasando por la voz cada vez más recia de periodistas que exigen el derecho a la información para los ciudadanos y la apertura.
Es una tarea difícil, pero gracias a las no tan nuevas tecnologías de información, existe un espacio que todavía no está acaparado ni regulado por la cúpula corrupta mexicana. En especial, me gustaría mencionar a una radio ciudadana por internet que cumple esta semana tres años transmitiendo en vivo las 24 horas, gracias al trabajo de ciudadanos que antes jamás habían hecho labores periodísticas y que, sin ningún tipo de patrocinio o ayuda económica externa, han logrado colocarse inteligentemente en el panorama informativo por internet para convertirse en un medio confiable y constante, intrínsecamente ligado al movimiento de Resistencia Civil Pacífica.
Felicidades RadioAMLO
“El mejor modo de permanecer orientados,
de resistir al shock.
Es saber lo que nos está sucediendo
y ¿por qué”.
de resistir al shock.
Es saber lo que nos está sucediendo
y ¿por qué”.
Naomi Klein
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