miércoles, 25 de marzo de 2009

Entre Narco, Hillary, EU te veas...

RAYUELA

Señora Clinton: por qué no aprovecha usted su visita y, como asunto suyo y de su jefe Obama, dinamita ese muro fronterizo que nomás lo plantaron para humillarnos.

-editorial-

Riesgos de la militarización fronteriza

En la víspera del arribo a nuestro país de la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, el gobierno de la nación vecina anunció ayer un paquete de medidas orientadas a reforzar la seguridad en la frontera con México, entre las que se incluye un incremento notable en la presencia de agentes federales estadunidenses en la región; la creación de una unidad de inteligencia regional de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), que servirá como central de coordinación de todas las actividades de la FBI en relación con México; la erogación de unos 700 millones de dólares de recursos públicos para optimizar los sistemas de intercambio de información entre las autoridades de ambos países, y la entrega de aeronaves a la Fuerza Aérea y la Marina mexicanas.

El conjunto de acciones no incluye, por el momento, el envío de efectivos militares estadunidenses a la franja fronteriza, aunque la titular del Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos, Janet Napolitano, señaló que todavía estamos considerando esa posibilidad, declaración que encierra un importante cambio de matiz con respecto a la postura expresada el pasado 11 de marzo por el presidente Barack Obama: no estoy interesado en militarizar la frontera.

Por su parte, la canciller mexicana, Patricia Espinosa, aprobó las medidas de seguridad anunciadas por la Casa Blanca y dijo que tales acciones son congruentes con la lucha contra el crimen organizado. Al respecto, cabe recordar que a principios de este mes fueron desplegados 5 mil efectivos militares en Ciudad Juárez, Chihuahua, ante la creciente ola de violencia que se vive en esa localidad.

La militarización de distintos puntos de la frontera por parte del gobierno mexicano, y el refuerzo policial ordenado por las autoridades estadunidenses del otro lado del río Bravo, no necesariamente constituyen pasos correctos en la lucha contra el narco, y apuntan, en cambio, a una estrategia binacional de seguridad equívoca: a fin de cuentas, la zona limítrofe entre los dos países es sólo uno de los espacios de acción de las organizaciones delictivas, en donde se concentran y expresan de manera particularmente violenta los síntomas de un proceso de descomposición social e institucional mucho más amplio que tiene lugar en ambos lados de la línea fronteriza. El paso de drogas, armas y delincuentes por la frontera común es, en efecto, la culminación de procesos que se gestan y desarrollan lejos de ellas y que requieren de atención por parte de ambos gobiernos en zonas geográficas alejadas de la línea divisoria común y de ámbitos de acción más amplios que el policial y el militar.

Con estas consideraciones en mente, cabe afirmar que el despliegue de un mayor número de elementos de las fuerzas públicas en la región no implica por sí mismo un golpe al poder de los cárteles de la droga ni a sus estructuras logística y financiera, y sí, en cambio, expone a esos efectivos –civiles y castrenses; mexicanos y estadunidenses– a la infiltración y al soborno de los grupos criminales.

Adicionalmente, los gobiernos de ambos países no parecen ser conscientes de que las medidas que se comentan conllevan riesgos indeseables para las poblaciones aledañas a las márgenes fronterizas, como la proliferación de molestias y atropellos –algo que de hecho ya ha ocurrido en México–, y que, en consecuencia, se corre el riesgo de alimentar la animadversión popular contra los efectivos gubernamentales. Por lo demás, la experiencia histórica indica que en circunstancias como la que se comenta tienden a multiplicarse los incidentes fronterizos, las vulneraciones a la integridad territorial y las violaciones a la soberanía de los países. Sería particularmente desastroso que las acciones anunciadas ayer no sólo no sirvieran para acabar con el narco sino que dieran pie a conflictos entre elementos del Ejército Mexicano y de las agencias de seguridad estadunidenses.

En suma, las medidas dadas a conocer ayer por Washington y la satisfacción expresada por el gobierno mexicano ante ellas ponen en evidencia una estrategia de seguridad errónea –y compartida, a lo que puede verse–, que se concentra en el combate a las expresiones epidérmicas de un problema con raíces complejas y profundas como es el narcotráfico. Si lo que se quiere es erradicar de fondo esa y otras expresiones delictivas, los gobiernos de Calderón y Obama no deben concentrarse en acciones policiaco-militares de persecución, que hasta ahora han resultado ineficientes, sino atender los factores sociales, económicos e institucionales que las originan; emprender políticas efectivas de combate a las adicciones, a efecto de reducir la demanda de estupefacientes ilícitos; combatir la corrupción que corroe el entramado institucional de ambos países y, en el caso de México, elaborar y aplicar una estrategia coherente de combate a la miseria, de atenuación de la pobreza y de reducción de las lacerantes desigualdades sociales.

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Katia D´ ArtiguesCampos Elíseos

25 de marzo de 2009
Pruebas para Hillary
Demandas 2, Germán 0



Parece que fue ayer...1997. “Por el techo de cristal, querida”, parece decirle Hillary Clinton —entonces primera dama y precandidata a presidenta de EU— a Nilda Patricia Velasco. Hoy, como secretaria de Estado, viene con una lista de temas como el narco (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL)

Hace apenas dos semanas, el presidente Calderón, con las declaraciones que culminaron con la inclusión de El Chapo Guzmán en la lista de Forbes, estaba molesto. Decía que le parecía que Estados Unidos tenía una “campaña” contra México. Hoy que llegue Hillary Clinton a México, seguramente le sonreirá… y ella a él, evidentemente.


Y no porque así sean los políticos (que también, mucho más si es Clinton, una vieja loba de mar ahora encargada de la diplomacia). Es que ayer, en un anuncio desde la Casa Blanca, el gobierno de Obama asumió parte de su corresponsabilidad en la guerra contra el narco.
Mmm, o… ¿realmente hizo eso?Han sido un par de semanas llenas de acontecimientos. De ambos lados de la frontera.


De éste, se ha dado la captura precisamente de dos importantes narcos ligados a El Chapo: Vicentillo, hijo de El Mayo Zambada y El Canicón. Ayer también Héctor Huerta Ríos, La Burra o El Junior, operador del cártel de Sinaloa en el norte del país.


También la PGR —no lo había hecho antes— anunció públicamente 30 millones de pesos de recompensa por cabeza para atrapar a narcos, de manera anónima, no questions asked. También les mandamos a Washington a Fernando Gómez Mont.


Ellos por su parte anunciaron la visita de parte de la plana mayor. Hoy Hillary, quien declaró antes de venir que ni somos un Estado fallido ni amenaza contra su país, después Janet Napolitano, y la cereza del pastel: Barack Obama para el 16 y el 17 de abril.


También el anuncio de ayer: que reforzarán la frontera con México, y las declaraciones de que lo hacen por, primero, evitar que la violencia permee más la frontera hacia su territorio (cosa que les ha merecido ya varios reportajes negativos, el último apenas anteayer en The New York Times), y dos, para apoyar a Calderón, al que volvieron a calificar de “valiente” en su lucha contra el narco. Ojo, lo de la valentía de Calderón lo reiteró el propio Obama ayer por la noche.
¿Y por qué lo cuestiono si ya hasta la Cancillería dijo que bravo? Bueno, por los números dichos ayer por Janet Napolitano, porque no parecen too much, la verdad. Más bien me parece como un intento, obvio, de calmar las cosas con México para que las visitas sean bien recibidas. Y también, en una jugada de política interna, para calmar las críticas que empieza a haber en su territorio


¿Qué tal sus 100 agentes para detener el tráfico de armas a México? ¡100! Uyy. Eso sí, que están pensando —ojo— que quizá la Guardia Nacional podría estar, pero despuecito, en la frontera.


Como sea, no hay que ser groseros: bienvenida, señora Clinton (léase con una sonrisa). Donde sea que quiera que vaya puntualmente y con quien sea que se entreviste, porque su visita se está manejando ¡con un sigilo!


Otra demanda penal contra Germán Martínez. Esta vez la interpondría, ayer por la tarde Héctor Murguía, quien fue erróneamente acusado por el presidente del PAN de estar ligado al narco, en la pasada Convención Bancaria.

Suena valiente, ¿verdad? El único pero es que no se animó a que el IFE o Hacienda echen lupa a sus cuentas y gastos de campaña. El caso es que ya van dos demandas contra Martínez. Se suma a la de Manuel Bartlett, que llegará a la SCJN… Igual que el caso de Banamex.


La nota me cimbró. Nicholas Hughes se suicidó. No sería tan dramático si no fuera el hijo de Silvia Plath, extraordinaria poeta también suicida, y de Ted Hughes, cuya última pareja (después de Plath) también se quitó la vida y se la quitó a la hija de ambos…
Principe, bailarín y quizá político. Se llama Filiberto de Saboya, de 36 años, nieto del último rey italiano. Ganó la versión de ese país de Bailando por un sueño y no descarta que dentro de unos años se lance como político…


Hablando de italianos. ¿Sabía que Nicolas Sarkozy se rehusó a expatriar a Italia a una terrorista y asesina aunque el gobierno se lo pidió? Sí, se llama Marina Petrella, del ejército rojo italiano. La negativa, hecha por “razones humanitarias”, en su tiempo le provocó críticas con ese gobierno…

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Manuel Camacho Solís

Respetada Sra. Hillary Clinton:

23 de marzo de 2009





Si el presidente Barack Obama —con visión y valentía— ha sido capaz de desplegar una iniciativa diplomática hacia Irán que mejorará los equilibrios en Asia y ha reconocido el liderazgo progresista de Lula en América del Sur, bien podría iniciar un cambio en la relación con México (de “buena vecindad”) que ayude a ambos países a superar su crisis económica y a fortalecer en forma duradera su seguridad.


México es un país muy importante. Tiene raíces, historia, cultura, potencial de desarrollo y un pueblo laborioso y responsable. Usted conoce los ejemplos de esfuerzo y perseverancia de los mexicanos en su país. México pudo en su momento escapar ejemplarmente al conflicto civil, mediante la creación de instituciones fuertes. Creció, mejoró su educación y salud públicas. Ha vivido, sin embargo, periodos de estancamiento, con fuertes dosis de corrupción e impunidad. Su democracia no termina de consolidarse y persisten riesgos de restauración autoritaria.
Hoy atraviesa por un periodo de desaliento extendido y las acciones de muchos de sus principales actores no alcanzan a mirar más allá de las próximas elecciones. El tema del combate al narcotráfico ya se volvió la amenaza a unos y la tabla de salvación electoral de otros. Evidentemente eso no será suficiente para hacer frente a una crisis que tenderá a agravarse en el segundo semestre de este año.


Aquí la crisis se magnifica por la desigualdad social extrema. Existe un peligro real para la estabilidad, pero también una oportunidad razonable de mejorar sus instituciones y reconstruir la relación bilateral con un sentido histórico. En vez de dejarse arrastrar por la lógica autoritaria que no haría sino agravar los conflictos, es posible retomar la iniciativa del buen vecino, donde prevalece el respeto, se relanza el desarrollo y se acepta que no hay un camino único.
La seguridad de largo plazo de México debe ir acompañada de una nueva estrategia de desarrollo económico, mayores niveles de justicia interna, autonomía de los tribunales, combate a la gran corrupción y fórmulas de reparto del poder que aumenten la capacidad del Estado para enfrentar con éxito la crisis económica y de seguridad actuales.


En México se va a necesitar un acuerdo nacional de fondo. Su gobierno puede ayudar, si toma la iniciativa y amplía la agenda (sí cooperación en inteligencia y control de armas; pero también desarrollo, derechos humanos, seguridad fundada en la fortaleza del Estado democrático, migración, medio ambiente y energías renovables, educación, salud, ciencia y tecnología). De la crisis y del riesgo de que ésta se acentúe, puede surgir una gran oportunidad interna y para la relación bilateral.


La visita que muy pronto hará a México el presidente Barack Obama puede marcar un cambio histórico que trascienda la coyuntura del problema de seguridad. Su visita puede retomar la agenda política y preparar el lanzamiento de una gran iniciativa del presidente Obama: una nueva “buena vecindad”. Sea usted bienvenida.


Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista


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