Tensiones que han estado escalando hace tiempo entre Rusia y la antigua república soviética de Georgia hicieron erupción en una guerra hecha y derecha este viernes, causando la muerte de cientos si no miles de civiles y convirtiendo a miles más en refugiados, obligados a huir para salvar sus vidas.
El foco inmediato de los combates es el intento de Georgia de controlar por la fuerza militar el enclave de Osetia del Sur, que ha existido como una entidad independiente de facto durante los últimos 16 años, y la intervención armada de Rusia para rechazar dicho asalto.
Tras esta confrontación militar, sin embargo, hay conflictos más amplios. Alimenta la sangrienta confrontación en Osetia del Sur el impulso del imperialismo de EE.UU. por establecer su hegemonía sobre los vastos recursos energéticos de Asia Central y del Cáucaso mediante la imposición del poder militar estadounidense en la región. La elite gobernante rusa, por su parte, trata de reafirmar su dominio sobre una región que fue gobernada por Moscú durante dos siglos antes de la disolución de la Unión Soviética en 1991.
Esta amarga rivalidad entre Washington y Moscú – las dos mayores potencias nucleares del mundo – presta a los combates en el Cáucaso un carácter particularmente explosivo y peligroso. Las tensiones entre los dos países han sido exacerbadas en el último tiempo por el impulso del gobierno de Bush por incorporar a Georgia en la OTAN, una iniciativa que Moscú considera como parte del intento de establecer un cerco militar alrededor de Rusia.
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