La misoginia
Guadalupe Loaeza
24 Sep. 09
De 1993 y hasta 2009, en Ciudad Juárez, la suma de mujeres asesinadas asciende a 603 casos. En mayo de 2006, en San Salvador Atenco, policías estatales detuvieron a 47 mujeres y se habla de más de 30 violadas. En la Ciudad de México, cada 24 horas siete mujeres sufren violaciones sexuales, una de cada cinco sufre de violencia de la pareja actual, dos de cada tres mujeres han sufrido violencia familiar alguna vez en la vida...
¿Acaso lo anterior no tiene que ver con una especie de peste misógina? "Peste misógina" se llama precisamente uno de los 26 ensayos que conforman el libro Hay dos sexos: ensayos de feminología (Editorial Siglo XXI) de Antoinette Fouque, el cual se presentó ayer por la noche en la Casa de Francia en cooperación con la embajada de Francia. Dicho evento fue coordinado por Patricia Rodríguez y presentado por Isabel Custodio, la doctora Celia Ruiz, Marc Sagaert y la arriba firmante.
Antoinette Fouque, nacida en Marsella en 1936, es una de las feministas más reconocidas de Europa. Es psicoanalista, ex paciente de Jacques Lacan, doctora en ciencias políticas, cofundadora del Movimiento de Liberación de las Mujeres (MLF) y creadora de la editorial "Des Femmes (Mujeres)". Asimismo ha sido diputada del Parlamento Europeo de cuya designación dice: "fue el día más feliz de mi vida". Fouque es igualmente directora de investigación de la Universidad de París VIII. Su consigna siempre ha sido "Sí, las mujeres reclaman sus derechos, pero no para dominar al hombre, sino simplemente en nombre de su dignidad". Este tipo de declaraciones no han hecho más que convertirla en una mujer muy controvertida. Por ejemplo, una de sus teorías que más polémica ha provocado es la comparación que hace con la teoría de Freud, respecto a la envidia de las niñas hacia el pene, Fouque afirma que son los niños los que se lamentan de no tener un útero. La autora insiste en decir que hay dos sexos. Para muchas de sus seguidoras esta postura resulta más tolerante que la de las feministas radicales que continúan bajo la sombra de Simone de Beauvoir. Fouque le reprocha querer copiar el modelo de los hombres. En el feminismo la autora privilegia la procreación -tiene una hija que adora-, cuya capacidad de creación relaciona, por ejemplo, con la creatividad intelectual y hasta con la escritura femenina. Las feministas "universalistas" no admitían que las mujeres se etiquetaran con roles relacionados con la maternidad, para ellas las diferencias entre lo masculino y lo femenino son atributos culturales asignados por la sociedad.
Confieso que, antes de recibir el libro por manos de Patricia Rodríguez, nunca antes había escuchado hablar de esta gran feminista. Me conmueve su compromiso respecto a muchas mujeres que son víctimas de la violencia, de la misoginia, pero sobre todo, de la ignorancia. A pesar de tener tantas dificultades para desplazarse debido a una enfermedad que la limita para caminar, Fouque viaja por todo el mundo apoyando a sus "hermanas que sufren", como llama a estas mujeres de Egipto, de Bosnia, Turquía y de Bangladesh.
Según Antoinette Fouque: "La misoginia es el peor de los racismos", porque divide a la humanidad en dos razas, es el racismo más común ya que la mitad de la humanidad padece de ella. Más adelante, en su libro, la autora hace hincapié en que "el objeto de odio de este racismo, que no es racismo propiamente hablando, pero que sin embargo sí lo es, es una mujer, son mujeres. Pero el sujeto que experimenta dicho odio bien puede ser una mujer o un hombre". Para Fouque, lo que da origen a que las mujeres sean para los hombres una amenaza no es lo que son, sino lo que ellas hacen, es decir, la capacidad de reproducir a la especie humana: "a partir de un semen varón y de un óvulo hembra, de un genitor y de una genitora, las mujeres, mediante el trabajo de su propio cuerpo, carne y espíritu, hacen a los hijos, tienen hijos, varones y niñas, que hablan y que piensan, en un proceso diferenciado de individuación". Su conclusión es contundente: hay dos sexos; en esto está la fecundidad.
Para entender mejor lo anterior, y reconocer la misoginia como un delito de odio, no me queda más que recomendarles a Antoinette Fouque.
P.D. Misoginia también son los correos electrónicos que recibo constantemente, la mayoría de lectores varones, en donde el insulto rebasa la diferencia de opiniones y se inspira en un sentimiento de odio. He aquí un ejemplo: "Perdiste contundentemente y transparentemente pinche gata. Además de todos tus pinche mil defectos conocidos demuestras ser muy bruta, ardida y mentirosa. No se que te sorprende estupida, no trates de engañar a la gente en tu columna triste y de mierda. Púdrete en el infierno pronto". Temo que si no denuncio esta misoginia termine por acostumbrarme a ella.
gloaeza@yahoo.com
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'Juanito'
Guadalupe Loaeza
17 Sep. 09
Había una vez un niño que se llamaba Rafael, pero curiosamente todos lo conocían con el nombre de Juanito. Nació en el seno de una familia muy pobre, por eso tuvo que trabajar desde niño. Abusadillo desde chiquillo, Juanito era muy ambicioso; a sus amiguitos les decía que de grande iba a ser un político muy importante de Iztapalapa y que ayudaría a los pobres. "A todos les voy a dar agua. Voy a trabajar para que todos los niños vayan a la escuela y que no tengan que vender chicles en la calle", les decía sentado en la banqueta con su cajita de goma de mascar sobre las piernas y con una bandita tricolor en su cabeza. "Juanito será grande", les repetía constantemente, pero nadie le creía.
Andando el tiempo la fama de Juanito crecía de más en más. Siempre ganaba su equipo de futbol que él mismo comandaba; gracias a su impulso se convirtió en un excelente boxeador. Era tan simpático y desenvuelto, que un día le propusieron un papel para una película en donde salía bailando con un grupo de muchachas muy alegres. Aunque nunca fue bueno en la escuela, era tan abusado que se metía en todas las conversaciones de personas mayores y opinaba con mucha autoridad, pero sin saber lo que decía. Lo que todos ignoraban es que Juanito apenas sabía leer y escribir. Pero esto no le importaba, él se lanzaba en cualquier empresa y la mayor parte de las veces se salía con la suya.
¡Ah, qué peleonero era Juanito!; se peleaba con todo el mundo, hasta con la policía se llegó a dar de golpes, lo cual le costó perder varios dientes. Pero tampoco esto le importó, lo que le interesaba era ser popular. "Juanito es grande", le recordaba a todos. Cuando era adolescente le encantaban los helados, por eso un buen día le propuso a sus "cuates" de la pandilla abrir una heladería. "Miren, los hacemos con el agua de la llave y los vendemos como si fueran de crema, así nos ganamos una buena lana". Así sucedió. Juanito puso su negocio y le fue muy bien; nada más que a la hora de repartir las ganancias él se quedó con la mayor parte y a muchos de sus amigos no les pagó lo que les había prometido, esos amigos se convirtieron en enemigos. Pero esto no le importó, él lo que quería era salirse con la suya, a pesar de que era muy devoto de la virgencita de Guadalupe.
Nada le gustaba más a Juanito que le tomaran fotos. Todo el día andaba con una camarita y suplicaba que lo fotografiaran. "Tómeme una foto, es que yo soy el gran Juanito. Yo voy a ser muy famoso, así es que el retrato que me tome tendrá mucho valor con mi firma". De esta forma, Juanito se fue haciendo muy popular. Un día, se le ocurrió vender sus fotos para hacerse de más lanita. Luego, empezó a tomarse fotos con famosos; con políticos, artistas, deportistas y hasta con los policías con los que un día se había peleado.
Con el tiempo, Juanito se fue haciendo tan popular como se lo había propuesto. Ya mayorcito, un día su jefe le propuso la descabellada idea de lanzarlo como candidato al reino de Iztapalapa. Todo empezó porque la verdadera candidata fue impedida, injustamente, de poder participar en la contienda. Juanito la reemplazaría de mentiritas, apareciendo en la boleta su nombre de pila, Rafael, en lugar del nombre de su amiga, la verdadera candidata. Antes que nada, había prometido que si ganaba cedería su lugar a Clarita. Juanito dijo, frente a muchísima gente, que sí lo haría. Finalmente, ganó con mucha ventaja, tanta, que hasta pensó que había sido por él, cuando en realidad casi todos en el reino de Iztapalapa habían votado por Clarita, la candidata. Pero esto a Juanito no le importó. Él tenía sus propios planes. Por eso desde el momento en que lo declararon supuesto ganador empezó a aparecer en la televisión, en la radio, en los periódicos, revistas e internet diciendo: "Juanito, el grande, ganó. El pueblo manda, votó por mí".
Ahora, Juanito no quiere cumplir su promesa. Ya se siente muy importante, tanto que dice que puede llegar a ser Emperador. Todo el mundo quiere retratarse con Juanito; todo el mundo lo quiere entrevistar; su nombre suena en todo el planeta; ha vendido millones de bandas tricolores con el nombre de Juanito; quieren hacer películas de su vida; la mayor parte de sus "cuates" le aconsejan: "No, Juanito, no renuncies, aquí hay mucha lana, se pueden hacer muchos negocios, abrir muchas heladerías. Ya tienes mucho poder, ¡aprovéchalo! Que no te traten como pendejo. Manda a volar a tu jefe. Olvídate de esa Clarita. Dile a todo el mundo que te andan amenazando. Diles que el pueblo te eligió".
Últimamente, Juanito no duerme por las noches, se sueña contando fajos de billetes; se sueña cada día más famoso; se sueña rodeado de mujeres; se sueña poderosísimo; se sueña apareciendo en el Canal 2, en horario estelar; se sueña alto, guapo, bien vestido y sofisticado, pero el sueño que más disfruta es en el que aparece con su coronita en la cabeza, en lugar de la banda tricolor...
¿Qué pasará con Juanito? Este cuento aún no termina...
gloaeza@yahoo.com
1 comentario:
"La diferencia entre sexos no reside en si se tiene o no pene, sino en si se forma parte o no de la economía fálica masculina” Antoinette Fouque
Ana Navarrete
"La invasión del territorio corporal y la invasión de pueblos, la necesidad de marcar las parcelas de tierra y los cuerpos de las mujeres, son distintas caras de un prisma que proyecta una imagen subordinada de las mujeres, objetiviza sus cuerpos y propone a la agresividad como uno de los componentes indispensables de la masculinidad".[1]
Mis condolencias para las víctimas indirectas y familiares de las mujeres asesinadas en Juarez, ahora que con el nombramiento del nuevo procurador de justicia, perdierón esperanzas o pareciera se les va a ser más dificil que paso. Lo bueno es que los mexicanos y mexicanas conscientes ya no tendrán que ir a Chihuahua para confrontarlo.
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