Todo por el petróleo. El que despierta pasiones y codicia, el que convierte a pueblos como el mío en reyes y mendigos a la vez.
Al fin tomamos la tribuna de la cámara de diputados. Increíble. Estábamos arriba. Llegamos ilesos. Dios mío, otra vez al lado de Ruth, la presidenta, como el primero de diciembre. Jalábamos entre todos la manta enorme de 150 metros y cerca de 100 kilos que decía Congreso Mexicano CLAUSURADO. Sentí que me iba de boca. La lona era muy pesada. Como lo habíamos planeado venía desde abajo e iba cubriendo toda la mesa directiva. Pronto aparecieron los cascos y uniformes con el escudo de PEMEX.
Nada había sido improvisado. Formamos una estructura que nos permite comunicarnos con rapidez. Nos bautizamos como grupo Patria. Sabíamos que éramos sólo parte de una estrategia diseñada por López Obrador y que todo debía ser simultáneo. El día y el momento lo supimos segundos antes, a través de una señal. El elemento sorpresa era determinante.
A la toma de tribuna llegamos agotados. A diario nuestros coordinadores decretaban alerta máxima. ¡Qué desgaste!. Dicen que es más complicado para el cerebro manejar la incertidumbre que asimilar la muerte.
La vida en la tribuna es intensa. El tiempo no tiene medida. Hoy quisiéramos que alguien nos diga TIEMPO, que señale que es hora de bajarse de la tribuna, para así recobrar la rutina diaria, y el calor de la familia. Si para los asuntos más importantes te conceden 10 minutos para expresarte, hoy llevamos 9360 minutos gritando a México y al mundo nuestra protesta. Algunos nos llaman secuestradores, muchos ciudadanos nos consideran defensores de la Constitución y de nuestro petróleo. Nosotros sólo pretendemos cumplir con nuestro deber.
Esa primera noche la satisfacción y la adrenalina nos mantenía despiertos, pero en la madrugada a los más cansados los venció el sueño. Un compañero se vendó los ojos con su paliacate rojo. Impresionaba, parecía que iba a ser fusilado. Se sentó, se quedó inmóvil y se durmió profundamente por unos minutos. Sería todo su descanso por esa noche Para algunos dormir dos horas por día es un lujo.
La situación ha mejorado gracias a un compañero que se dice ingeniero en construcción de legos. Con ánimo febril nos pusimos a armar con las curules de los entreguistas un tenderete que él pomposamente sigue llamando lego. Cuenta con tres niveles de pejecuevas. Las pejecuevas son el refugio, el aposento, el único lugar donde puedes encontrar algo de privacidad, evadir la luz y el escrutinio de los periodistas. Son también las barricadas para evitar un asalto intempestivo.
Con la comida llega siempre la solidaridad. Las coordinadores hacen el mejor esfuerzo por alimentarnos. Se hace, entre fracciones, catapixia de tortas y tamales. A veces sales ganando. Los que nos quedamos arriba comemos en el suelo, en las escaleras detrás de banderas, a la hora que se puede, casi siempre frío pero sabroso.
Mis compañeros hablan de zozobra, de intranquilidad, de cansancio, de satisfacción y de esperanza. No hay miedo. Al miedo, se dice, lo exorciza la convicción. Empiezan a aparecer las lágrimas en los ojos de las compañeras más sensibles, pero profundamente comprometidas
Por mi parte, he perdido cuatro kilos de peso entre los días previos y esta semana. En seis días he dormido menos de 10 horas. Por primera vez regreso a casa para dejar este testimonio. A pesar de todo me siento muy vital. Creo que es la fuerza del corazón lo que mantiene nuestro ánimo invicto.
Se nos olvidó el horno de microondas y la cafetera, pero no la rocola, ni las banderas. A las 5.30 se levantan todos y empieza el canto y el ondear de banderas mexicanas, por si las dudas alguna televisora atina a proyectarnos en sus pantallas. Ganarían rating . Seguramente Calderón es primero. De cualquier manera cantamos y marchamos. Tenemos diario conferencistas expertos en materia de petróleo.
Hoy en la tribunas sel Congreso y en las calles se mantienen mujeres y hombres que además de ideales compartimos también el canto, la sal y el abrazo.
Somos la gente que ha convocado Andrés Manuel López Obrador para defender nuestro petróleo. No sé porque le llaman mesías. Es un hombre muy sencillo, sin poses, con ideales firmes por los que lucha, con un gran sentido de la organización. Es el líder que no habíamos visto en décadas con sensibilidad y sentido prospectivo. Es la simbiosis entre el trópico y el altiplano, la pasión y la cabeza fría cuando se requiere. Es el líder que marcará un hito en la historia de México.
No nos rendiremos. Sabemos que la toma de la Tribuna es sólo el prólogo de una historia larga que apenas comienza. A nosotros no nos corresponde escribirla. Nos fue concedido el extraordinario privilegio de vivirla.
Layda Sansores.
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Gracias arquera por hacerme llegar este artículo..
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