Homilía Dominical del Presbitero Pomponio de Loyola, S.J., a la feligresia de la parroquia de Cristo Rey de San Adolfo Hitler, Jalisco
Hijos Mios,
Hablare hoy de los milagros de Jesús. Y leo aquí en el evangelio de San Judas Cuauhtemoc:
En aquel tiempo, los discípulos de Jesús andaban todos alborotados. La ley de los judíos indicaba que estos se tenían que empadronar y muchos lo estaban haciendo con avidez. La intención era elegir al rabino supremo del Sanedrín.
“Maestro,” le dijo Zambrano a Jesús, “¿como haremos para rasurar este padrón? Son muchos los que se han registrado y no os siguen, rechazan La Palabra.” A lo que respondió Jesús: “tomad estas dos despensas e id a la multitud y repartidlas. Con vuestras despensas los convenceréis.”
“¿Dos despensas tan solo maestro?” pregunto el Zambrano con incredulidad.
“Os falta fe, hijo mío,” respondió Jesús. “Sabed que mi padre en Los Pinos os permitirá repartirlas entre toda la multitud.”
Y así fue en efecto. Las despensas, las bicicletas, los tinacos, los papelitos amarillos con la firma, etc., etc., se multiplicaron.
Y Jesús fue a los escribas y les dijo: “Tened este chayote y escribid que yo soy la izquierda bien portada.”
Y desde todas las tribunas de la Galilea los escribas leían sus escritos y proclamaban: “¡Alabado sea el pueblo de Israel que ya tiene un tesorito y este es Jesús el de la Nalga Caliente! ¡No os confundáis y escojáis a un rabino gordo, barbon, y mal portado! ¡Escoged a uno que sea mansito con el Cesar!”
Pero aun así el pueblo de Israel rechazaba a Jesús y su candidatura al Sanedrín no prosperaba.
“Maestro,” le aconsejo Maria Magdaleta, “dejad que el favorito del Cesar os agarre la pierna. Pedidle 13 monedas de plata por el favorcito. Paga muy bien.”
“Sea,” contestó Jesús, “al Cesar lo que es del Cesar, y mis nalgas lo son.” Y Jesus fue con el favorito del Cesar y le dijo: “Príncipe, aquí están mis nalgas, mas dadme hueso a cambio.”
“Se hará así,” contestó el favorito, levantándose la toga, “empinaos, ¡hostia!”
Pero aun asi llegó la pascua y los judíos seguían rechazando a Jesús. “Maestro,” le dijo el Nalgarrete, “no es posible rasurar al otro candidato. Está muy barbón.”
“Bien,” contestó Jesús, “iré al Sanedrín y ahí peleare el hueso. En verdad os digo que nadie puede aventar la primera piedra aunque a nosotros nos hayan agarrado mas veces en la movida.”
Y asi fue que Jesús fue a pelear su candidatura al Sanedrín. Mas no le reconocieron sus urnas milagrosas. Y ahí lo acusaron y lo llevaron con Poncio Pilato, el primer político de las manos limpias. Y a Jesús no le dieron hueso. Y fue así como empezó su pasión pues los judíos lo pusieron como a Santo Cristo. Esta es la palabra de Dioj.
Y esta parábola, hijos míos, me lleva hoy a meditar sobre las bondades que le caen a la santa iglesia de Cristo a través de las donaciones. En efecto, hoy no solo se multiplican las despensas, hijos míos, también se lavan los dineros. Después de todo, Jesús murió entre dos ladrones. ¿Qué más apropiado que su santa iglesia se asocie con los narcos?
Y si Jesús se junto con prostitutas, ¿no es apropiado entonces que la iglesia se prostituya también? ¿Y que tan buena meretriz puede ser la iglesia católica? El católico debe siempre tratar de ser lo mejor en todo lo que hace. Así pues, yo aplaudo desde aquí a nuestros obispos que, con sus sotanas calientes, se han empinado y apoyan la reforma energética. Ojala les hayan pagado todas sus trece monedotas.
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