viernes, 10 de abril de 2009

Descolgar las fotos.

Carmen Aristegui F.
10 Abr. 09


Dentro de algunas horas, apenas termine esta Semana Santa, los Legionarios de Cristo -la poderosa orden religiosa de origen mexicano, marcada por la torcida existencia de su fundador, Marcial Maciel- serán intervenidos formalmente por el Vaticano. En la víspera de la Semana Mayor -por alguna razón se hizo en estas fechas- se anunció el inicio de "visitas apostólicas" a todas las instituciones de esta congregación, presente en 22 países a través de seminarios, universidades, colegios, centros asistenciales y la red laica del "Regnum Christi", entre otras organizaciones. Se calcula que la Legión de Cristo está conformada por más de 70 mil individuos entre sacerdotes, seminaristas y laicos, cuya tarea y existencia han sido determinadas por esta orden cuya organización y funcionamiento han girado por décadas en torno a la figura de Marcial Maciel.

Acusado, por años, de abusar sexualmente de seminaristas y de dominar sus conciencias y conductas a través de una guía espiritual contradictoria y perversa, Marcial Maciel fue también acusado por el grave delito de absolución del cómplice, es decir, que además de abusar de ellas también absolvía a sus víctimas en secreto de confesión. La primera demanda judicial fue presentada en 1998 por ocho ex Legionarios que hicieron valer el carácter imprescriptible de este delito para acusar al fundador. Han pasado mas de 10 años desde que el entonces cardenal Joseph Ratzinger, presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, decidió guardar las acusaciones hasta que Juan Pablo II, el principal protector de Maciel, entró en agonía; en pleno cónclave sucesorio reactivó las investigaciones para, finalmente, obligarlo a "una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a cualquier forma de ministerio publico". Se daba por entendido, así, que el Vaticano aceptaba la veracidad de las acusaciones contra Maciel.

Con su muerte, el año pasado, parecía concluir este vergonzoso y criminal capítulo para la Iglesia Católica. Sin embargo, faltaban por conocerse y reconocerse otras partes de la biografía de tan siniestro personaje. Hace algunas semanas la Legión de Cristo se vio obligada a aceptar -ambiguamente como siempre- la existencia de una hija y de una "doble vida" del padre Maciel. Esta hija, según declaraciones hechas desde Nueva York por el ex legionario José Vaca, fue procreada por un ya anciano Marcial Maciel con una jovencita de apenas 15 años de edad. Vaca, quien fuera asistente personal de Maciel y uno de los ocho denunciantes ante el Vaticano, dijo que la existencia de esa hija, producto del estupro, tan era conocida por los Legionarios que incluso realizaba sus estudios en la Universidad Francisco de Vitoria, perteneciente a la orden religiosa de su padre en Madrid. Algo grave se destapó con esta historia. Vaca mencionó que entre los Legionarios se presume que puede haber, entre otras cosas, un conflicto testamentario de grandes proporciones. Paul Lenox, otro ex legionario radicado en Estados Unidos, dijo hace unos días que todo esto es apenas "la punta del iceberg", sugiriendo que lo que pueda resultar de las investigaciones tendrá dimensiones insospechadas. La tradicional opacidad de la Santa Sede obliga a pensar que no necesariamente nos enteraremos de lo que ahí se investigue.

O será acaso que le han tomado la palabra a quienes firmaron hace algunas semanas el desplegado donde se preguntaban: ¿hasta cuándo dejaría el Vaticano de encubrir los crímenes cometidos por Marcial Maciel? Ahí se exigía un pronunciamiento público y oficial sobre los delitos canónicos y civiles de Maciel; una petición de perdón por el inconmensurable daño causado a las víctimas y "un profundo cambio institucional para evitar que en el futuro niños y niñas inocentes sean víctimas del abuso sexual de los sacerdotes, bajo el amparo, la protección y el encubrimiento de la Iglesia", entre otras cosas. Difícil saberlo.

¿Qué es lo que realmente buscará el Vaticano con esta intervención? ¿Qué sobre su fundador? ¿Qué sobre la cadena de complicidades en un entramado institucional que llega hasta los más altos niveles? ¿Qué sobre la inmensa fortuna de la Legión? ¿Qué sobre la amplia estructura educativa por la que han pasado miles y que, sólo ahora, frente a "las actuales vicisitudes", empieza a descolgar de sus muros las fotos de Maciel? ¿Qué buscará el Vaticano?

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