Manuel Camacho Solís Aprobación baja, inconformidad sube 07 de diciembre de 2009 |
La aprobación presidencial va a la baja y el apoyo a quienes simbolizan la inconformidad social va a la alza. ¿Estamos ante un fenómeno pasajero, o ante un punto de inflexión que anuncia una nueva coyuntura política?
Por razones de cultura política y el peso que tienen los medios de comunicación, es difícil que baje significativamente la aprobación presidencial. En el último trimestre todas las encuestas dadas a conocer muestran un claro descenso. No se trata de una caída abrupta, pero tampoco de una variación marginal. Si se le analiza junto con otras variables que miden las encuestas, como la aprobación a las distintas políticas públicas y las expectativas sobre el futuro de la economía, es improbable que esas valoraciones se reviertan en el próximo trimestre.
Sobre la inconformidad social no existen datos directos ni series, pero las mediciones sobre el apoyo o rechazo a las diversas políticas públicas son un buen indicador. El rechazo está creciendo significativamente en todas las encuestas. Hay otro dato revelador: en las encuestas de EL UNIVERSAL, de María de las Heras en Milenio y de GEA-ISA, el apoyo al SME a nivel nacional está prácticamente empatado con el del gobierno y la percepción mayoritaria es que el conflicto no está resuelto.
Si se toma en cuenta la dimensión de la campaña gubernamental en contra del SME y los mínimos recursos publicitarios del sindicato, el resultado es sorprendente. El resultado tiene una explicación. A pesar del peso de la propaganda gubernamental, hay espacios de información que han permitido que se difunda una versión crítica al gobierno. Pero sobretodo, está ocurriendo que, a quien el gobierno identifica como enemigo público, se le sumen las simpatías de los damnificados de la crisis.
Un apoyo de esa dimensión al SME sólo es explicable por asociación. El conflicto entre el gobierno y los trabajadores se ha vuelto un tema nacional por la asociación que hacen muchos con su situación personal y familiar. La crisis, los impuestos y la propaganda del gobierno son los catalizadores. Quienes están en contra de los aumentos de impuestos, sufren o temen el desempleo y ven mermados sus ingresos por el aumento de precios, simpatizan con el SME. La enorme campaña negativa del gobierno ha tenido un efecto de boomerang: convirtió en nacional un conflicto que era de la región centro.
La aprobación presidencial que baja y la inconformidad social que sube son un asunto mayor. Si el gobierno no estabiliza la caída, se acelerará su arrinconamiento. Si no ofrece mejores respuestas a los damnificados por la crisis y resuelve con talento político el conflicto del SME, seguirá alimentando la inconformidad. Estos cambios en la opinión ya afectan las intenciones electorales y podrían tener repercusiones más profundas.
Los cambios en las encuestas debieran alertar. Llamar a la prudencia para no seguir polarizando a una sociedad cada vez más inconforme y a la imaginación política para construir salidas reales.
Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista
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