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Pero debiera recordarse como el año de la quiebra del modelo económico.
Peor, imposible. No sólo por las pésimas calificaciones que afuera nos pusieron todos los organismos internacionales y los premios Nobel. Sino por la soberbia ignorante de calificar como un catarrito un sacudimiento que ya todo mundo anticipaba brutal e implacable. Aquí respondimos con bravatas lo que debió haber sido un esfuerzo racional y nacional.
Por eso duelen los números del desastre: más de un millón de mexicanos perdieron su empleo este año; 10 mil 700 empresas, de todos tamaños, desaparecieron en el mismo periodo; las ventas a los mercados foráneos se derrumbaron en 27 %; mientras que la inversión extranjera directa bajó en más de 7 mil millones de dólares, lo que evidencia nuestra pérdida de competitividad global. Todavía más: durante los tres primeros trimestres el PIB retrocedió 8.1 %en relación con el mismo lapso en el 2008; y si consideramos desde el 2006, el país simple y llanamente no ha generado riqueza. En suma, hay un pésimo comportamiento de la actividad económica, aun de aquélla que debería de crecer tan sólo por contar con un mercado interno de 107 millones de personas; peor aún, en el sector comercio la baja ha sido de más de 18%.
El diagnóstico es brutal: “En 2009, México ha enfrentado desafíos que exhibieron las debilidades estructurales de la economía. Lejos de las declaraciones políticas que nos suponían blindados contra el ciclo de Estados Unidos, lo que el 2009 nos mostró es un país que no tiene los mecanismos de finanzas públicas adecuados para impulsar su crecimiento económico, generar empleo, mejorar la seguridad pública y social, y alcanzar la solución real contra el flagelo de la pobreza”.
Así de claro y así de despiadado. Y lo más impactante es que si alguien supone que este diagnóstico proviene de alguna ONG subversiva o de algún pobretólogo clamando en el desierto, se equivoca. Todo los datos aquí suscritos así como lo dicho arriba están contenidos en el estudio denominado “2009: la crisis del modelo económico” elaborado en el mismísimo Tecnológico de Monterrey.
En él también se establecen otras cifras que denotan el país que ahora somos: 28 millones de mexicanos no tienen acceso a los servicios de salud pública o privada; 12 millones sobreviven en la economía informal que no paga impuestos; y más de 70 millones han padecido un severo deterioro en sus niveles de vida, como consumo, poder adquisitivo y salario. Respecto a la pobreza, frente a los seis millones de nuevos pobres que el propio presidente Calderón admitió en lo que va de su sexenio, el estudio del Tec establece que son muchos más: 11 millones tan sólo en 2008 y 2009.
Por todo ello y más, lo único bueno del 2009 es que ya se termina.
A propósito, por vacaciones, esta columna reaparece el próximo martes 12 de enero del que esperamos sea un mejor año. Así que: ¡Feliz 2010!
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