lunes, 6 de octubre de 2008

La crisis sigue.


Manuel Camacho Solís
La crisis sigue
06 de octubre de 2008


La crisis financiera que se ha originado en Estados Unidos no se detendrá hasta que exista un liderazgo político y una propuesta de política económica que sean convincentes. El paquete de rescate recientemente aprobado puede ganar un tiempo, quizá hasta la elección, pero estará permanentemente torpedeado por las malas noticias del sector real.

La única posibilidad de frenar y revertir la situación actual en Estados Unidos es con un nuevo liderazgo en la Presidencia de Estados Unidos; mayor intervención estatal en el sistema financiero; y ajuste en los niveles de consumo. Una recuperación duradera obligará a un largo periodo de “sangre, sudor y lágrimas”.

En los siguientes meses se verá si el nuevo liderazgo político estadounidense será capaz de pedirle sacrificios a su pueblo y recuperar su confianza. Ello ha sido posible incluso en momentos más difíciles. Lo fue, en 1932, con Franklin Roosevelt, quien ante la Gran Depresión ofreció un discurso esperanzador, cambió su programa económico y, para evitar un estallido social, reequilibró con mayor justicia a su sociedad.

Cualquiera que sea el desenlace en Estados Unidos, para México serán por lo menos dos años difíciles. Entre más siga subiendo el desempleo allá, menores serán las remesas, las exportaciones y las posibilidades de absorción de nuevos inmigrantes. Entre más bancos o fondos quiebren, será más difícil conseguir crédito. Ante el desempleo, crecerán las tendencias proteccionistas. Un consumo reducido, dañará al turismo.

Si todo se deja al mercado, éste no hará sino mandar mensajes que amplificarán la crisis. Por eso aquí, en México, llama tanto la atención la falta de liderazgo gubernamental —y de reflejos políticos— frente a la crisis.

Ante los vientos huracanados que soplan desde el norte, es para que ya hubiera un gabinete económico dedicado a preparar los ajustes en el gasto corriente, conseguir las reservas para enfrentar las emergencias sociales, operar con eficacia el programa de inversión en infraestructura. Es para que ya estuviera creada una unidad federal que quitara trabas a los proyectos empresariales y regionales en cartera.

Ya debería haber un gabinete político que desahogara los conflictos pendientes. Que vigilara las reacciones de sus miembros con sentido común: si no hay soluciones a la vista, al menos reduzcan la polarización; resuelvan ya lo que está en sus manos; eviten meterse en problemas con declaraciones disonantes y contradictorias, iniciativas inviables y generadoras de conflicto y faltas de concentración imperdonables.

En los momentos de máximo riesgo el capitán del barco mantiene la serenidad y se sostiene contra viento y marea. El hombre improvisado no resiste: cierra los ojos, voltea a donde no se ve la tormenta, se deja arrastrar por sus temores y pasiones, recurre al pensamiento mágico buscando “la bala de plata” que todo lo resuelva y le echa la culpa a los demás. No se sale de una tormenta sin un capitán.

Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista

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