Álvaro Cepeda Neri
Es muy cierto que Calderón y los de la elite calderonista son egresados de la Escuela Libre de Derecho, fundada por los últimos porfiristas del ala derechista-conservadora y cuyo primer director fue el ultra Jorge Vera Estañol; son educados en el seudoderecho natural o jusnaturalismo para combatir al Estado como estructura jurídica de derecho positivo y escrito, que hace posible los fines (a partir de las constituciones de 1857 y 1917) democráticos, republicanos y laicos para la tarea de constituir una sociedad abierta. El primer rector de la Libre de Derecho (repárese en lo de libre... ¡del derecho!), Luis Méndez, fijó la ideología para profesores y alumnos: “Dios, autor de las buenas leyes e inspirador de las buenas obras, haga que esta institución viva y prospere”.
Las “materias grises” que a marchas forzadas redactaron las cinco partes de la iniciativa (de contrarreforma a la Ley Orgánica de Petróleos Mexicanos), siguiendo los lineamientos de Calderón, Germán Martínez, Daniel Cabeza de Vaca, Javier Lozano Alarcón y la bendición de Morales Lechuga –actual rector de la Libre de Derecho, dentro de cuyos muros se fraguó la contrarreforma–, tuvieron la genial idea de sacarle la vuelta a la Constitución, respecto a lo dispuesto en sus artículos 25, 27 y 28, para así andar cacareando que no se tocaría a la ley fundamental y simular que no hay intención de reformarla ni de privatizar la explotación y comercialización de ese recurso no renovable, que “nos escrituró el Diablo” y que los panistas, mediante sus exorcismos, quieren entregarlo a los empresarios extranjeros y a los que encabeza la familia de Mouriño Terrazo.
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