Dirán misa los panistas, pero la oposición lópezobradorista sigue dictando e imponiendo la Agenda Política. Es ahora mismo el asunto de la propuesta para una consulta (la democracia directa) sobre la privatización de PEMEX, en lo referente a la explotación del petróleo en aguas profundas; y gran parte de su comercialización. Han puesto el grito en el cielo, mientras va de nuevo el manoseo de la constitucionalidad de la convocatoria perredista, encabezada por Marcelo Ebrard quien le ha puesto “el cascabel al gato”. Calderón, Mouriño y Germán Martínez (con la abierta y desafiante oposición de Manuel Espino) condenaron pedirle su opinión a los ciudadanos.
Ha sido tachada de populista, anticonstitucional, oportunista y de querer ser usada como ardid para continuar con tácticas dilatorias. A lo mejor es todo eso. Pero, se lleve o no a sus últimas consecuencias, preguntar sobre este asunto a la nación y de ésta a quienes son su avanzada más consciente y participativa, es una medida legítima. Y legal, pues no hay prohibición expresa en la Constitución y en cambio tiene principios que apoyan consultar a los mexicanos. Las elecciones son una consulta, de la democracia indirecta, es decir, representativa. Y esta democracia no agota su posibilidad, ya que en todas sus manifestaciones, requiere de la democracia directa: preguntarle al pueblo, si es que, ante todo y sobre todo, la “democracia es discusión”.
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