viernes, 26 de septiembre de 2008

El fin de la historia.

Carmen Aristegui F.
26 Sep. 08


Cuando esto se escribe, todavía no es suficientemente claro si se realizará esta noche en Mississippi el primero de los tres debates programados entre los candidatos Obama y McCain por la Casa Blanca. De último momento, y en plena coincidencia con el desplome en las encuestas -que lo colocan ya casi 10 puntos abajo de Obama-, el republicano anunció la suspensión de su campaña y, de paso, le propuso a su rival que el primer debate sea pospuesto para que los dos, con sus respectivos partidos, se concentren en Washington y sorteen conjuntamente la quiebra de los mercados. La maniobra resulta de tal forma convenenciera, políticamente hablando, que Obama, por supuesto, no cayó en el garlito y se ha negado a cancelar el encuentro. La Comisión de Debates Presidenciales tampoco encuentra razones para que esto se haga. En cualquier circunstancia, ya se sabe, el debate político es una herramienta fundamental en el juego democrático. En tiempos de excepción como los que corren, resulta ineludible. Lo que ha tratado de hacer McCain en las últimas horas, lo hace proyectarse como la viva imagen de la desesperación. La maniobra fallida no sólo lo deja mal parado con los electores de su país, sino con el resto del mundo que observa -como nunca- esta elección presidencial. McCain además de suspender la campaña y tratar de eludir el debate, se permitió cancelar su presencia en el popular programa del humorista David Letterman, bajo la salida de que tenía que estar en Washington para enfrentar la crisis. Se permitió, sin embargo, otorgar otra entrevista. Al enterarse de esto, Letterman descargó toda la ironía de la que es capaz -y vaya que es capaz- para cebarse en el candidato republicano. El asunto podría parecer menor pero no tanto. Letterman es visto por millones de personas y la sensibilidad de los votantes está a tope. El candidato está, pues, mal y de malas.

En el debate resulta obvio que McCain enfrentará los reclamos y críticas por el desastre financiero que envuelve a Wall Street y al resto de los mercados del mundo. Aunque prácticamente ya hay un acuerdo bipartidista para instrumentar el monumental rescate y acordar las condiciones del mismo, con la urgencia que el caso requiere, eso no implica, de ninguna manera, que en el terreno político -y a mes y medio de la jornada electoral- Obama vaya a tener contemplación alguna. Uno puede imaginar que cuando el debate entre en ese terreno, podríamos estar frente a una auténtica carnicería. Las cuentas que entregan los republicanos no podían ser peores. Si hay debate, según lo programado, abordarán el tema de la política internacional. Quiero suponer que por las afectaciones múltiples y globales de la crisis financiera provocada por Estados Unidos y el sentido de urgencia que imprime la situación, el tema de la crisis financiera deberá estar en el centro de la discusión. Claro que no es lo único a debatir. Tendrán que abordar, entre otros asuntos, el otro gran desastre de la era bushiana: la derrota en todos los órdenes posibles -político, militar y moral- de la guerra en Iraq. En esos 90 minutos disponibles deberíamos oír lo que ambos ofrecen para enfrentar el terrible galimatías de la ocupación. Obama tendrá todas las de ganar también en este tema. No hay quien, a estas alturas, pueda armar un discurso convincente sobre las razones de la ofensiva militar que ha derivado en un infierno para todos. Obama no dudará en recordar que esa invasión fue hecha por encima de un acuerdo multilateral y montada, fundamentalmente, en informaciones falsas. Ni Hussein tuvo que ver con los atentados terroristas del 11 de septiembre ni su gobierno tuvo armas de destrucción masiva. La guerra preventiva resultó una aberración. Al final de todo, Bush pasará a la historia como autor intelectual y material de una catástrofe humanitaria. A McCain, por supuesto, no le queda más camino que el deslinde, ahora sí tajante, de su figura y su campaña, de los actos de ocho años de gobierno del inefable George W. Bush.

Por muchas razones resulta deseable que esta noche podamos ver a quienes aspiran a ocupar la Presidencia del -todavía- país más poderoso de la Tierra. Aquí se da por hecho que la nueva circunstancia en Estados Unidos coloca a Barack Obama con una ventaja política de tal magnitud que parece imposible la derrota. En democracia, claro, todo puede pasar. Esta noche deberíamos presenciar un debate con las preguntas obligadas que el mundo entero se formula: ¿Por qué pasó lo que pasó? ¿Cómo se construyó este castillo de naipes? ¿Quiénes son los responsables? ¿Cómo evitar un contagio mayor? y ¿quién va a pagar? Pero no sólo eso. Para saber realmente el quién es quién por la Presidencia de Estados Unidos deberíamos verlos, con una explicación en la mano y una visión de futuro. Estamos ante el fin de una era. Lo imperativo es el cambio de paradigmas. Estados Unidos y sus candidatos están obligados a decirle hoy al mundo: ¿En dónde quedó el "Fin de la Historia" y cuál es el camino que sigue?


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El próximo lunes 29, la LX Legislatura de Hidalgo decidió, por unanimidad, otorgar la medalla "Pedro María Anaya" al maestro Miguel Ángel Granados Chapa. Unos días más adelante, recibirá la máxima presea "Belisario Domínguez" que otorga, a ciudadanos insignes, el Senado de la República. Enhorabuena

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