lunes, 24 de agosto de 2009

Ladillas - Juanito y la Insula Barataria


Ladillas

Juanito y la Ínsula Barataria

Por el Lic. Mefistófeles Satanás

Impulsivo, necesitado de un escudero para que lo acompañe en su segunda salida, don Quijote le ofrece a Sancho Panza “una ínsula que gobernareis”. Sancho no sabe que carajos es una ínsula. Pero él ha sufrido los putazos que fue toda la gloria que el caballero de la triste figura y su escudero cosecharon en su primera salida. Convencido entonces de que “finalmente le va a hacer justicia la revolución”, Sancho acompaña a su amo. Es entonces que el duque de Villahermosa (¡qué nombre tan irónico dadas las circunstancias!) hace gobernador a Sancho de la ínsula Barataria. Sancho acepta gustoso. Pero antes de separarse de su amo, don Quijote le da a Sancho los siguientes consejos sobre “como gobernar a los hombres”. Estos sabios consejos los debe de tomar a pecho todo aquel que va a gobernar.

1. "Primeramente ¡oh hijo! has de temer a Dios; porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada." (El chamuco añade que hay que temerle al pueblo, cuya voz, vox populi, es la voz de Dios.)
2. "Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey; que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra."
3. "Mira Sancho: si tomas por medio a la virtud y te aprecias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que los tienen príncipes y señores; porque la sangre se hereda, y la virtud se adquiere, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale."
4. (Con dedicatoria a Marta Sahagun) "Si trujeres a tu mujer contigo (...) enséñala, doctrínala, y desbástala de su natural rudeza; porque todo lo que suele adquirir un gobernador discreto suele perder y derramar una mujer rústica y tonta."
5. "Nunca te guíes de la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos." (Según la ley del encaje, un gobernante se pasa la ley por las horcas caudinas para que se haga su voluntad, haiga sido como haiga sido.)
6. (Dedicado a los que gobiernan en nombre de los empresarios.) "Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones del rico".
7. "Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre."
8. "Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva sino con el de la misericordia."
9. "Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria, y ponlas en la verdad del caso."
10. "No te ciegue la pasión propia en la causa ajena; que los yerros que en ella hicieres, las más veces serán sin remedio; y si le tuvieren, será a costa de tu crédito, y aún de tu hacienda."
11. "Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones."
12. "Al culpable que cayere debajo de tu jurisdicción considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente; porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia."
13. Y por último, uno bien importante: "Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu corazón en su llanto y tu bondad en sus suspiros."

Bien, Sancho gobernó bastante bien su ínsula. Sin embargo, sufría el continuo desprecio de los nobles que rodeaban al duque. Este es el mismo desprecio con tintes racistas que la “la estúpida nobleza del mocho y del traidor” (como la llamó el general Riva Palacio) tiene hacia Juanito. Pero a pesar de todas esas injurias y burlas que le hacían, Sancho “tomó por medio la virtud” e impartió justicia. Luego, reconociendo que “la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale” renuncio al puesto de gobernador y se fue a seguir siendo el fiel escudero que Cervantes inmortalizó.

Ojala que Juanito reconozca que su deber es primordialmente al pueblo de Ixtapalapa, el cual lo eligió para que renunciara a su ínsula Barataria a favor de Brugada. Juanito tiene la gran oportunidad de ser virtuoso, obteniendo lo que la estúpida nobleza del mocho y del traidor y los Chuchos nunca tendrán: el respeto del pueblo mexicano. Para lograr esto, Juanito tendrá que “conocerse a sí mismo” y no “hincharse como la rana que quiso ser buey”.

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