viernes, 7 de agosto de 2009

Andrés Manuel López Obrador en el NewsWeek en español.





Ponen a prueba sus límites
Por Alejandro Lelo de Larrea y Hugo R. Hernández

Las elecciones de medio sexenio no son tan relevantes para el aspirante presidencial López Obrador, quien pone la mira en 2012. Una escena ha sido repetitiva para el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador en los últimos tres años en que ha visitado los más de 2,000 municipios de México: algunas personas se le han acercado para manifestarle su desconfianza total en la vía electoral y plantearle: “Mejor ya vamos por las armas”. La respuesta que él ha dado a toda esa gente en las diversas regiones del país en que “la situación está muy grave y muy tensa”, dice, siempre ha sido la misma: “Les he dicho que no estoy de acuerdo, que respeto su punto de vista, pero no lo comparto, que ese camino llevaría a más sufrimiento”.

Entonces, ¿Cómo pretende lograr la transformación del país por la vía de las urnas si no confía en las instituciones ni en las autoridades electorales? ¿Cuáles son los límites de la lucha social de este líder de izquierda? López Obrador acepta que 2010 es un año simbólico para México. Se cumplen 100 años del inicio de la Revolución y 200 de la Guerra de Independencia, por lo que podría surgir algún grupo guerrillero. “Insisto, no creo que ese sea el camino. Y no sólo lo digo a ustedes, lo digo en Oaxaca, en Guerrero [dos estados del sur del país], en donde hay gente que opina distinto”.

Este hombre, de 56 años, sigue en su lucha social en la que uno de sus objetivos es ganar la presidencia de México en 2012, y desde esa posición —“sea yo o alguien de nuestro movimiento”, aclara— “impulsar los cambios” que requiere el país. Ya una vez fue candidato presidencial, en 2006, y obtuvo poco más de 15 millones de votos, apenas 230,000 sufragios menos — el 0.5 por ciento— que el declarado ganador, Felipe Calderón —hoy presidente de México. Hoy, sigue afirmando que “le robaron la elección”, por lo que no reconoce la legitimidad de Calderón, y por eso él mismo promovió que su movimiento social lo nombrara “presidente legítimo”, cargo con el que se ostenta.

SEGUNDO LUGAR
Ave de tempestades, líder social que despierta pasiones, lo mismo de odio que de gran simpatía, no ha dejado de hacer campaña desde 2006, aunque ciertamente con una testimonial cobertura mediática, de dos o tres reporteros, y por momentos ha logrado atraer nuevamente la atención de los grandes medios informativos mexicanos, e incluso internacionales. Como el pasado 16 de junio, cuando lanzó una estrategia por demás heterodoxa, para que su candidata a Delegada en Iztapalapa —la demarcación más poblada de la ciudad de México, con más de 3 millones de habitantes—, llegue al cargo sin pasar por las urnas, debido a una polémica decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), la máxima autoridad del país en la materia.

Acaso por ello, este personaje antiestablishment sigue entre los punteros de las preferencias electorales 2012. Hace dos semanas, el diario Reforma publicó una encuesta que refleja cierta recuperación de López Obrador, y lo ubica en segundo lugar, con 16 por ciento de intención de voto. Claro, está lejos del primer lugar: Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (que gobernó durante 70 años), gobernador del Estado de México, el más poblado del país, quien suma 39 por ciento.




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