Editorial
Desempleo e indolencia oficial
El empresario Carlos Slim afirmó ayer, durante su intervención en el foro México ante la crisis, realizado en el recinto legislativo de San Lázaro, que la economía del país “se va a desplomar” como consecuencia de la crisis financiera mundial, y anticipó el cierre de empresas “chicas, medianas y grandes”, así como un incremento en los niveles del desempleo “como no se tenía noticias desde los años 30”.
Lejos de encerrar una visión “catastrofista” o una “infundada profecía del desastre” –términos empleados por el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón, en su alocución del pasado jueves–, lo dicho ayer por Slim constituye, por desgracia, un pronóstico devastador, sí, pero realista y consecuente con el panorama que enfrenta la economía nacional. De hecho, las afirmaciones del empresario pueden cotejarse con los miles de casos de personas que han perdido su trabajo en los meses pasados, y con la problemática que enfrentan cientos de empresas –sobre todo medianas y pequeñas– ante el descenso en las ventas, el incremento en los costos de los insumos –incluidos aquellos cuyos precios están controlados por el Estado, como los combustibles– y la falta de crédito.
Las desalentadoras proyecciones oficiales en materia económica y la ausencia de signos visibles de recuperación hacen lógico suponer que a corto plazo el mercado laboral experimente contracciones aún mayores a las ya registradas y el consecuente empeoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de la población. Tal perspectiva, de por sí preocupante, es un factor de alarma adicional en un país afectado por rezagos sociales históricos –pobreza, hambre, marginación, carencias en educación y servicios de salud– y que padece los saldos de más de dos décadas de políticas neoliberales: contención salarial, derogación de prerrogativas laborales, cancelación de mecanismos de bienestar social, apertura indiscriminada de mercados, elementos que, en conjunto, redundan en innumerables historias de sufrimiento humano, incertidumbre y zozobra.
Los asertos de Slim, por añadidura, ponen en relieve la inacción y la falta de respuesta gubernamental ante la presente coyuntura económica. Si durante la mayor parte del año pasado el gobierno federal se caracterizó por asumir una postura despreocupada, evasiva y falta de realismo con respecto a los signos de la crisis, hoy las autoridades muestran una conducta por demás errática, inconsistente y hasta demagógica: baste mencionar, como botones de muestra, las propuestas de reforma a las leyes del IMSS y del Infonavit presentadas ayer por Calderón, con el supuesto fin de que los trabajadores puedan disponer de una mayor cantidad de dinero de sus cuentas para el retiro, medida que, a fin de cuentas, se limitaría a facilitar el acceso de los trabajadores a recursos que por ley les corresponden, que no implicaría una ayuda adicional para los asalariados y no contribuye ni poco ni mucho a paliar el desempleo.
Es inevitable contrastar la pasividad del gobierno calderonista con la urgencia con que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, impulsa desde hace semanas la aprobación de su plan de rescate, que prevé emplear una enorme suma de recursos públicos para reactivar la economía del vecino país. De manera significativa, el titular de Hacienda y Crédito Público, Agustín Carstens, manifestó ayer, en reunión con su par estadunidense, Timothy Geithner, que se mantendrá atento a las medidas económicas que adopte la administración de Obama. Más que seguir los esfuerzos de Obama con atención, se requiere que las autoridades mexicanas se decidan a idear y emprender un programa de urgencia para contener y revertir la recesión corriente; un programa que, sin copiar mecánicamente el que se busca implantar al norte del río Bravo, resulte análogo en profundidad y en trascendencia.
Como señaló ayer el propietario de Telmex, la solución ante la actual crisis económica pasa por “volcarse a la economía interna”, lo que significa reactivar el mercado dentro del país y adoptar medidas orientadas a la generación de empleo y a elevar el poder adquisitivo de la gente. Para ello es imprescindible, en primer lugar, que el grupo en el poder reconozca que el modelo económico vigente está agotado y que es urgente una transformación profunda de los preceptos rectores en materia de política económica, pues de no hacerlo así se corre el riesgo de que, a corto plazo, se presenten escenarios de tragedia económica y social mucho peores que los actuales.
Fuente.
¿¡Slim, el catastrofista…?!
Martes, 10 Febrero, 2009• ¿Un flotis llamado IBOPE?
• ¿Al diablo con el bodrio electoral?
El origen de la vanidad, mi estimado, es la falta de confianza en el propio criterio. Abierta la divertida temporada de las señales, Carlos Slim lanzó un misil marca ACME poniéndole los puntos a las íes económicas de este (des)gobierno al advertir, en el marco de su participación en el foro México ante la crisis, el tamaño... de la tormenta (perfecta), como para que sus temerarios jinetes se vayan preparando para el tsunami del desempleo, de la caída libre del PIB, de la quiebra de un buen número de empresas y del cierre de comercios y, para que no le quede duda al inservible Gymboree de Los Pinos, el buen Carlos se pitorreó del pedante término presidencial afirmando que no quiero ser catastrofista, pero será una situación delicada y habrá que estar preparados para enfrentarla para que después no estemos llorando…
El severo misil no sólo pega directo en la línea de flotación de la percepción de un Estado fallido sino que pone de un madrazo a Felipe en su lugar quien, junto a la incontinencia verbal de Agustín Carstens y los otros disfuncionales, no para de escupir (para arriba) frivolidades, inconsistencias e incoherencias sobre la peligrosa crisis económica…
Que se coronó con el acuse de recibo, perdón, tibio anuncio de Calderón horas más tarde, señalando que México cuenta con una economía sólida (¿la del barco de gran calado?) y que está presentando propuestas whatever de los fondos de retiro (cuando lo de moda son los retiros de los fondos) de los trabajadores prometiendo más acciones para que las personas puedan preservar sus empleos y notificando más medidas (¡¿?!) en los próximos días.
Chingón.
Los pronósticos (y soluciones) de Felipe y Carlos son… diametralmente opuestos, con la pequeña salvedad de que el segundo goza de credibilidad, tiene conocimiento del tema, le sobran tablas y sentido del timing, y el primero... vale madres.Leer mas
Carlos Slim, ese gran catastrofista
Martes, 10 Febrero, 2009Cuando Carlos Slim, nuestro plutócrata más popular, comienza una larga lista de calamidades económicas (los índices de desempleo sólo podrán compararse con los de los años 30) en perspectiva futura para el país con un “…no es que quiera ser catastrofista…”, no queda más remedio que pensar que a esto ya se lo cargó patas de cabra. O que Slim lo que quiere es abaratar el país para poder comprarlo a precio pacto cuando todos estemos bien ahorcados.
Bueno, ya en serio, no me imagino la reacción de Calderón cuando Slim hizo ese comentario a sus costillas. Digo, después de todo no es un catastrofista cualquiera de esos que anda por ahí malhablando del sistema por puritito ardor y resentimiento social, sino un catastrofista con suficiente capital como para forjar más desestabilizaciones que el crimen organizado.
Y algo tendría de razón en molestarse Jelipillo.Leer mas
CHINCHORRITOS |
El Gruñón
Es puro catastrofismo,
Está loco Andrés Manuel,
Pero Slim dijo lo mismo
También está loco él?
La cosa pinta muy mal,
Y no le hacen caso al peje
Y lo peor es que Fecal
No encuentra el teje y maneje.
Ya el cincho casi me priva
De tanto pinche apretón
Oye chelito guasón!
¿Y mi bono de fatiga?
No hay comentarios:
Publicar un comentario