martes, 10 de noviembre de 2009

LA TEORIA DEL ESTADO Y LOS ELECTRICISTAS (CONTINUACIÓN) capitulo 4

LOS ELECTRICISTAS
Hasta 1960 la industria eléctrica en México estuvo manejada de manera predominante por dos compañías de origen extranjero a saber; la Mexican Ligth and Power y la American and Foreign Power, cuyos trabajadores se encontraban organizados en el Sindicato Mexicano de Electricistas y en la Federación Nacional de Trabajadores de la Industria y Comunicaciones Electricas, respectivamente. Al fundarse La Comisión Federal de Electricidad en 1937, el gobierno del general Cárdenas creo el Sindicato Nacional de Electricistas, Similares y Conexos como instrumento Ad Hoc para encuadra a sus trabajadores. Puede entonces decirse que las primeras organizaciones han sido en mayor o menor grado producto de la acción de los obreros y han guardado una cierta independencia del poder público, mientras que la última lo es del gobierno y ha estado más expuesta a sufrir el control de éste.
El SME ha respetado internamente las reglas del juego democrático realizando elecciones periódicas mediante voto secreto y directo; en las otras dos organizaciones ha persistido un solo líder desde su fundación: Galván en la Federación y Pérez Ríos, hasta su muerte en el SNESC, pero en la primera de estas existía una estructura en las que las pequeñas agrupaciones que la formaban y que luego pasan a ser secciones cuando se convierten en el Sindicato de Trabajadores Electricistas d la República Mexicana, tiene un alto grado de autodeterminación para administrar sus asuntos y su patrimonio. Ideológicamente, tanto el SME como la FNTICE son partidarios de que el estado siga una política nacionalista y favorable a los intereses populares; el SNESC, por su parte refleja los “ires” y “venires” de los revolucionarios que se turnan en el poder.
Es interesante destacar algunos rasgos de la ideología de Rafael Galván. Para él la revolución mexicana fue eminentemente antiimperialista, pero su ese carácter fue desvirtuado por los gobiernos que siguieron al de Lázaro Cárdenas , especialmente por el de Miguel Alemán, que permitió la entrada indiscriminada del capital norteamericano al pais, para lo cual fue necesario hacer a un lado leyes de carácter nacionalista y protectoras de los derechos de los trabajadores. La situación planteada por deviaciones políticas exigía el sometimiento y la doble explotación del proletariado y por ende la solución que se dio al “charrísmo” sindical y la corrupción de los cuadros dirigentes. Hubo, dice la corriente galvanista, una ausencia de planificación interna orientada por la constitución, lo que originó que el desarrollo económico del país –sin excluir lo relativo a la economía agrícola, es decir la reforma agraria- fuese resuelto por las leyes del mercado y por las necesidades de la economía central norteamericana y en vez de una verdadera política de desarrollo todo se redujo a formulas tales como lograr altas tasas de formación de capital, estimular la inversión, liberar las restricciones la acción complementaria del capital exterior: ello condujo a la sobre explotación de la fuerza de trabajo a enfangar la reforma agraria y aumentar las ganancias empresariales y todo ello con ayuda de las propias organizaciones obreras oficiales.
EL CONFLICTO.
El gobierno de Adolfo López Mateos decide en 1960 nacionalizar – no expropiar- la industria eléctrica con lo cual el estado se convierte en patrón de todos los trabajadores del ramo; y la existencia de tres organizaciones sindicales debe contemplarse desde una óptica diferente a saber; la de la conveniencia de unificarlos en uno solo.
Con tal propósito en 1964 se lleva a cabo la primera Conferencia Nacional de Trabajadores Electricistas a instancias del SME y de la federación –que entre tanto, a raíz de la nacionalización se h convertido en el Sindicato de Electricistas de la República Mexicana; STERM- y con participación de, SNESC. La conferencia tenía como objetivo el estudio de las condiciones para la integración en plena igualdad, de las tres organizaciones. Al año siguiente, el SME y el STERM inician el estudio de sus respectivos contratos colectivos de trabajo. No obstante hay algunos obstáculos, el primero es la disposición legal de igualar las condiciones económicas de los trabajadores tomando en como base la existencia en la organización más favorecida que en ese momento era el SME; la recién nacionalizada industria no está en situación de afrontar un reajuste de tal naturaleza y entre las dos organizaciones más interesadas surgen algunas diferencias que hacen que el SME se aleje del proceso y que las negociaciones continúen entre el STERM y el SNESC ambos sindicatos firman un convenio con la empresa, destinado a facilitar el proceso de integración: el convenio tripartito firmado en julio de 1966 estipula el compromiso de la empresa a respetar la jurisdicción de las organizaciones en los respectivos centros de trabajo, así como la vigencia simultánea de los diversos contratos colectivos de trabajo. Se pacta igualmente el respeto reciproco de cada sindicato a la titularidad del contrato colectivo del otro y se reconoce el derecho de la CFE a utilizar libremente el personal, equipo e instalaciones. Debe agregarse que también conforme al convenio el STERM de hecho sacrificaba en alguna medida las mejoras que pudieran lograr en las siguientes revisiones de contrato , lo cual aceptaba conciente de las dificultades que representaba la igualación de salarios de SNESC, que el sindicato cuyos trabajadores tenían los ingresos más bajos de toda la industria eléctrica
El convenio fue avalado por el presidente de la república y elevado a la categoría de ley con conciliación y arbitraje, lo cual salvaba las contradicciones que existiera con la ley federal del trabajo. A pesar de ello, el proceso de integración no avanzó y en 1969 se firmo otro convenio que confirma el anterior e incluye al SME. Los acontecimientos que siguieron revelan que las intenciones del sindicato oficial iban por otro camino y que daban los pasos para recorrerlo.
En efecto, al momento de la nacionalización de la industria eléctrica, el SNESC era minoritario, pero la política oficial consistió en impulsarlo al tiempo que se mantenía congelado al STERM por lo que a principios del régimen de Luis Echeverría aquel estaba en condiciones de reclamar la titularidad del contrato colectivo de este, y así lo hizo, violando flagrantemente los acuerdos firmados con anterioridad.
Para el STERM este acto formaba parte de la política de SNESC y de la CFE que pretendía someter a todos los electricistas del país “al control de la simulación sindical”, esto es; al grupo de Francisco Pérez Ríos y ello dio lugar a una serie de denuncias sobre la corrupción existente en la organización oficial.
Pérez Ríos basaba su demanda de titularidad en lo establecido en la ley federal del trabajo en el sentido de que si dentro de la misma empresa existen varios sindicatos el contrato colectivo debe firmarse con el que tenga mayor número de trabajadores en la negociación y tal era el caso del SNESC en estos momentos, pero tal precepto era inaplicable puesto que el convenio citado tenia categoría de ley y debía privar sobre cualquier otro. Además al no estar aun integrada la industria eléctrica se trataba de sindicatos existentes en diferentes establecimientos, por lo que esa disposición no se aplicaba al caso.
Ahora bien; como se vio anteriormente, los dirigentes de ambos sindicatos militaban en corrientes políticas distintas, pues mientras Rafael Galván seguía siendo partidario del nacionalismo revolucionario tal como lo entendiera el general Cárdenas, Pérez Ríos sostenía posiciones más bien conservadoras reflejo de su intima relación con el poder público, cuya último representante había sido Gustavo Díaz Ordaz. El conflicto no era pues de índole exclusivamente intersindical, sino que invadía la esfera de lo político y exigía como bien dijera Galván escoger entre “democracia sindical o charrísmo” que en el contexto del momento significaba también: nacionalismo o entreguismo, revolucionario o retroceso. Y, dado que el presidente Echeverría se había pronunciado abiertamente por la primera opción, el STERM no dudaba que tendría de su lado el aparato estatal y saldría vencedor en el juicio que se entablo. Pero no fue así; el asunto fue turnado a la junta especial numero 5 –cuyo representante obrero pertenecía a la CTM- y ahí se declaro procedente la demanda del SNESC y se realizaron las objeciones del STERM.
Ambas partes inician sendas ofensivas, Galván buscando alianzas con otras organizaciones de tendencia independentista y Pérez Ríos lanzando una campaña contra su oponente con el apoyo abierto de Fidel Velázquez. Según Galván, la acción de los dirigentes del sindicalismo oficial tenía como finalidad obligar al gobierno a quitarle la titularidad de su contrato: el gobierno era pues inocente.
A mediados de 1971 se celebra un recuento para determinar quien tenía la mayoría pero era obvio que después de la política favorable al SNESC éste era quien la detentaba. Galván a su vez solicitaba que se realizara un plebiscito que preguntara a los electricistas a qué sindicato querían pertenecer… CONTINUARA
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