Lydia Cacho Plan B 08 de diciembre de 2008 |
Un remanso de paz |
La FIL es un logro cultural y político... un espacio para conocer el mundo
El salón está lleno, la gente sentada y de pie escucha a los escritores. Se termina el acto y los asistentes corren hacia Gabriel García Márquez, sentado en la primera fila. Sus lectores se arremolinan. “Gabriel, Gabriel, le piden, fírmeme su libro yo lo admiro”. El premio Nóbel colombiano hace un gesto con la mano y dice que está como público y no va a firmar libros. Un niño de unos siete años está parado a su lado y le dice como si tal cosa “Ándale Gabriel fírmales sus libros”. El gesto del escritor cambia y sonríe, su improvisado representante mira fascinado cómo firma su ídolo literario. Esto no es Televisa ni Latinamerican Idol, es la Feria del Libro de Guadalajara.
Desde 1987 en que fue creada por la Universidad de Guadalajara se ha transformado en la prueba fehaciente de que la cultura sí paga en México. Más de medio millón de personas de todas las edades visitan la feria, abarrotan los salones, compran libros, se toman fotos y hacen preguntas a sus autores favoritos.
Otro salón, una charla sobre literatura, un público de jóvenes de no más de 23 años. La mujer que habla es una belleza de ojos dulces con cabellera blanca es engañosa, es la joven y alegre Laura Esquivel. La autora mexicana de mayor éxito en el mundo. Como agua para chocolate, su novela llevada al cine cumplió veinte años y se lee como un clásico de literatura intimista mexicana. En otra sala un escritor multipremiado que se resiste a creer los argumentos de los políticos que niegan el poder de la cultura y la literatura reta a los asistentes y pide que toda la gente que tenga un libro consigo lo levante. El momento es emotivo, de casi trescientas personas por lo menos el noventa por ciento muestra un ejemplar. El panel de escritores no puede esconder la emoción.
Caminar por los pasillos de la feria, ver al equipo guiado por Nubia Macías, una mujer genio de la gestoría cultural, es sentirse profundamente orgullosa de la FIL.
A ella viene gente de todas partes. Caminan por los pasillos, comprando libros como niño en dulcería encontramos a caricaturistas, autores de best sellers como Ken Follet, poetas portugueses como Antonio Lobo Antunes o Peixoto. Ruben Fonseca regala sonrisas dulces en los pasillos luego de hablar sobre el placer de la lectura y la extraordinaria Gioconda Belli no se cansa de ser abrazada y de firmar libros luego de recibir el premio Sor Juana. Un grupo de jovencitas admiran a las primeras mujeres que entraron en la Academia de la lengua de sus países, como Ana María Machado y Concepción Company.
Vienen quienes compran libros y quienes buscan nuevos valores literarios. Jóvenes con sus manuscritos en busca de una opinión experta. Encontramos ríos de niñas y niños con libros infantiles y criaturas sentadas en la FIL infantil escuchando música y cuentos.
Camino por la feria luego de participar en una mesa sobre periodismo incómodo y no puedo evitar sonreír. Esto es México también, es un remanso de paz, es un logro cultural y político, una realidad que parece un sueño. Al menos por nueve días, a los ojos del mundo, Guadalajara, México es el centro del universo cultural. Para mi, como para Alejandra una joven de 18 años, este es un espacio para conocer el mundo.
FUENTE.
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