domingo, 10 de enero de 2010

En otra dimensión


“Ante los desafíos, hemos demostrado energía, coraje, creatividad y, sobre todo, la capacidad de asumir retos y tomar decisiones en momentos que requieren de valor. Por ello, ha sido necesario tomar decisiones muy difíciles, decisiones que, soy plenamente consciente, implican grandes sacrificios para todos”, afirmó Felipe Calderón en un mensaje a la nación para recibir el año nuevo.

El presupuesto de egresos de la Federación continúa contemplando salarios ridículamente elevados para la alta burocracia. En la presidencia de la República se dan el lujo de gastar 300 mil pesos en mantenimiento para los candiles y otros 304 mil 773 pesos para mantener los macetones (Ladillas. Gastos pendejos de la etilencia de la República -002, Pomponio). Los del TEPJF pueden rentar un edificio completo en una zona costosa del Distrito Federal porque no les gusta rodearse de la “nacada” iztapalapense. Los gastos de la Secretaría de Hacienda para “informar” acerca de los programas gubernamentales y los “logros” de la administración durante los partidos de futbol, llegan a ser de más de tres millones de pesos. Ah, entonces resulta ser que los grandes sacrificios no son para todos.

Los precios de productos básicos se han disparado en 45 por ciento gracias a los aumentos en la gasolina y el diesel. Gustavo Madero, senador panista que asegura que estos aumentos no son inflacionarios, debe pensar que los bienes de consumo se transportan a todos los supermercados, abarroterías y tianguis a través de enormes catapultas montadas en las fábricas y lugares de producción de los alimentos. De esta manera, pretender que los productos no aumenten su precio por los aumentos en los combustibles es matar la industria del transporte; aumentarlos es matar al consumidor final. ¿Exactamente en qué parte de la ecuación se sacrifica la alta burocracia?

“Es que los incrementos estaban contemplados por el Congreso desde 2007; se regresa a un deslizamiento que se congeló”, asegura Josefina Vazquez Mota (Excelsior, 7 de enero de 2010. Los archivos del poder por Mario Moreno), refutando completamente que las “difíciles decisiones” se hubieran tomado este año en el contexto del déficit recaudatorio. Mario Di Constanso, diputado petista, auguró estos aumentos para final de año y no porque tuviera una bolita mágica en su despacho, sino porque las matemáticas no mienten. Desde que en el Congreso, el PRIAN acordó el presupuesto de egresos, era lógico que había que sacar más impuestos de algún lugar, de tal manera que este ataque a la economía popular, que se une con la tradicional cuesta de enero, con la crisis financiera mundial, con el déficit recaudatorio a cuenta de las empresas privilegiadas de Hacienda y con una administración inepta, nada tuvo de sigiloso, como vociferan los priístas.

Y volviendo a la pregunta del millón ¿quién, además de los ciudadanos comunes y corrientes, se va a sacrificar? ¿Hacienda va a dejar de perdonarle impuestos diferidos a Bachoco o dejará de devolverle dinero a Televisa? ¿Ya de menos la presidencia de la República se deshará de los macetones que tanto cuesta mantener? ¿Acaso también se decretó una reducción en el salario de magistrados, diputados y secretarios de gobierno? ¿Todos los funcionarios públicos renunciarán a su seguro privado de gastos médicos mayores para comenzar a asistir a las clínicas del Issste? No, no, no y no. Ha de sacrificarse el sector productivo, los transportistas, los consumidores y la pequeña y mediana empresa, ellos sí, todos por igual.

La Profeco iniciará su cacería de brujas para evitar que los malos, malos comerciantes dejen de absorber el costo extra de los energéticos, mientras que los buenérrimos funcionarios continuarán burlándose de todos con sus extravagantes gastos y devolviéndoles algunos pesos a las grandes empresas cada que siembren un arbolito en algún lugar.

Pero “2010 será el año de la recuperación, porque los mexicanos hemos logrado mantener una economía sana y bien manejada, con responsabilidad” en el sueño etílico de Calderón. Los mexicanos vivimos en una realidad alterna, que no se empata, en ninguna de las cuatro dimensiones con la visión surreal de país que tiene el despacho de Los Pinos.

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