Manuel Camacho Solís Misión Clinton: oportunidad para una mejor política 22 de marzo de 2010 |
2010-03-22
Nada podría ser más desafortunado para el futuro de México y de Estados Unidos que la agenda de la relación bilateral quedara anclada en un tema único: la seguridad. Y con un enfoque único: el policiaco-militar. ¿Qué mayor suicidio histórico sería mirar a México como se mira a Afganistán?
Se necesita revisar la cooperación en seguridad para salirse del callejón sin salida de la “guerra contra el narcotráfico” y la espiral de violencia que esta definición está alimentando. Pero sobre todo se necesita mirar al problema con otra visión que ayude a desatorar la falta de crecimiento económico, de inclusión social y la debilidad de las instituciones democráticas de México. Estos son los problemas de fondo de cuya solución depende un futuro más seguro y mejor para ambos países.
Para el gobierno de Barack Obama sería una tragedia avanzar en el frente interno de la reforma de la salud para sucumbir, en uno o dos años, en el frente externo, fronterizo, por el desmoronamiento del Estado mexicano en su frontera norte.
Para México ya es una tragedia el punto al que ha llegado la violencia en algunas regiones y ciudades fronterizas, empezando por Ciudad Juárez.
La reunión de la misión del gobierno estadounidense con los funcionarios mexicanos puede terminar en más de lo mismo: en declaraciones políticamente correctas para sus respectivas audiencias que no logran construir el respaldo político y social que son necesarios para hacer la diferencia.
Lo que debiera explorarse es un enfoque diferente. Hay un error de concepción en la política actual. Ha sido un error convertir el combate al narcotráfico en una guerra interna. Ha sido un error haber hecho de esa “guerra” el sustento de la aprobación presidencial, pues ello ha debilitado la necesaria cooperación y corresponsabilidad del Congreso mexicano y de todas fuerzas políticas. Es un error desplegar las fuerzas militares cuando lo que se necesita es mejor inteligencia y capacidad inmediata de respuesta.
La visión de guerra interna donde la superioridad del Estado descansa en su poderío militar, ha relegado otros componentes fundamentales de una estrategia contra el crimen como las acciones frente al lavado de dinero y su utilización en campañas políticas, el sustento constitucional de la intervención del Ejército, así como la ausencia de políticas sociales innovadoras para responder al abandono en el que se encuentran los jóvenes.
No hay manera de “ganar la guerra” en los términos planteados por el gobierno mexicano y respaldados por las autoridades norteamericanas. Es necesario aumentar la efectividad de las acciones policiacas, pero también asegurar una reforma judicial que las enmarque y sustente. No es sólo por las vías del combate que mejorará la situación. El reto de México para los próximos años es acompañar su modernización con inclusión social e instituciones judiciales y democráticas fortalecidas. El reto de Estados Unidos con México es entenderlo y facilitarlo.
Coordinador del diálogo para la reconstrucción de México (DIA).
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