De acuerdo con información reciente emitida por el Banco de México (BdeM), en el último trimestre del año pasado el financiamiento vía tarjetas de crédito registró una contracción de 27 por ciento. Otros datos indican que la gran mayoría de los usuarios de ese servicio han dejado de liquidar, en meses recientes, la totalidad de sus saldos. Y si bien la cartera vencida de los plásticos no ha experimentado incrementos comparables a los que tuvo en la crisis de 1994-1995, es oportuno reflexionar sobre el uso adecuado de un mecanismo de financiamiento personal y familiar en la circunstancia presente.
Por principio de cuentas es claro que el incremento del desempleo, las alzas generalizadas en impuestos, tarifas, productos de primera necesidad y servicios, así como la falta de liquidez que afectan a la economía, generan, para la mayor parte de la población, una notoria insuficiencia en sus ingresos, situación que hace tentador el uso recurrente de la tarjeta de crédito para la mayoría de los poco más de 11 millones de usuarios. Tal recurso, sin embargo, puede convertirse en una trampa catastrófica para personas con problemas de ingresos.
Resulta recomendable, por ello, que los usuarios de los plásticos estudien y tengan en mente el enorme diferencial en el costo del dinero en función de las entidades emisoras de tarjetas, un rango que va desde 22 hasta 67 por ciento en el promedio de los intereses, tarifas, comisiones especiales y cargos moratorios.
Asimismo, es pertinente que, antes de recurrir al crédito de la tarjeta, el titular calcule el monto mensual que le significará, así como el número de mensualidades y el total de intereses que deberá pagar, lo que significa un sobreprecio considerable del producto o servicio a adquirir por ese medio.
En general, en un contexto económico caracterizado por la incertidumbre laboral, salarial e inflacionaria, como el que plantea la actual situación recesiva, la mayor parte de los usuarios de tarjetas harían bien en abstenerse de realizar compras suntuarias y reservar el plástico para hacer frente a circunstancias imprevistas, tales como emergencias de salud.
Otra decisión prudente por parte de los titulares de uno o varios plásticos es liquidar, si es posible, el monto total de la deuda, habida cuenta de que esta forma de crédito es la más cara de todo el sistema bancario.
A diferencia de otros países, en los que empieza a verse la salida al mayúsculo quebranto financiero experimentado a escala global, en México no parece haber visos de una recuperación económica rápida. En tal circunstancia, la reactivación del consumo no garantiza, por sí misma, la reanimación del conjunto económico, o no, al menos, a corto plazo. Por ello, el uso de tarjetas de crédito constituye, en el momento presente, una alternativa peligrosa para la mayor parte de los tarjetahabientes.
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