Ocho viernes en la UAM |
28 Mar. 08
Perdido el trimestre por la huelga que ya batió marcas, el riesgo en la casa abierta al tiempo es que se tense y aun se rompa el tejido social, dentro del sindicato mismo y entre éste y los profesores que deploran la suspensión de labores
Hoy hace ocho viernes que está paralizada la Universidad Autónoma Metropolitana. Y en vez de que 56 días hayan sido un lapso suficiente para acordar soluciones que permitan la vuelta al trabajo, al cabo de ese periodo se han acumulado nubarrones amenazantes sobre la institución, que afectan no sólo su tarea inmediata (el trimestre ya perdido) sino aun su papel en la educación pública superior.
Persiste el diferendo entre las autoridades y el sindicato, centrado en el monto del incremento salarial y en seis asuntos contractuales más, puntos en que la universidad no está en situación de ceder (porque corresponden a políticas generales a las que no puede sustraerse) o que propone sean revisados sin la presión de la huelga, extremo que el comité respectivo rechaza con el razonamiento de que lo no logrado mediante ese instrumento legal será menos asequible si se retorna a una normalidad que, desde esa perspectiva, ha sido adversa para los trabajadores.
La trabazón de las negociaciones laborales durante más tiempo que nunca antes en una institución marcada por huelgas frecuentes y prolongadas ha generado gérmenes de disolución social, es decir, de ruptura del tejido de relaciones en diversos ámbitos de la universidad. En el sindicato mismo han aflorado tensiones que explican la dificultad de la secretaria general, Hermelinda Hurtado, para encabezar una agrupación en cuyo comité de huelga tienen mayoría corrientes opuestas a su liderazgo. El 17 de marzo ella misma y tres integrantes más de su comité ejecutivo renunciaron a sus cargos en decisión revisada inmediatamente. Pero el episodio sirvió para conocer qué diferencias políticas, y aun insoportables perversiones como la misoginia, así como irregularidades en la gestión del anterior secretario sindical Jorge Ramos, se han constituido en ingredientes contrarios a la necesidad de poner fin a la huelga.
Esta necesidad ha sido expresada de más en más por profesores e investigadores urgidos de reanudar sus labores. Un importante número de ellos ha integrado la Red de Académicos, que busca ejercer un papel activo en un asunto laboral del que por definición están ausentes. Una inclinación natural de su profesión conduce a miembros de la red a plantear la realización de cursos extramuros, en el comprensible afán de recuperar el tiempo perdido. Si se concretara esta propuesta se añadiría un elemento disturbante más, pues el sindicato podría acusar de esquirolaje a quienes participaran en tales cursos y se sentiría autorizado a estorbarlos y aun impedirlos con violencia. Si bien no han faltado agresiones en varios momentos de la ya larga huelga, todavía no se ha evidenciado de ese modo la brecha social abierta entre académicos y el personal administrativo, y sería riesgoso que se llegara a ese extremo.
Cabe recordar que el SITUAM es un sindicato único y mixto, es decir, que en sus filas están integrados profesores y empleados. Pero paulatinamente se ha reducido el número de académicos sindicalizados, con lo que la mayoría del personal docente y de investigación carece de representación en los asuntos laborales y por eso está ahora en busca de una forma de lograrla, en los hechos, sin que eso signifique la creación de un agrupamiento gremial que disputara la titularidad del contrato colectivo al SITUAM. En la Universidad Nacional una situación semejante requirió el paso de muchos años para que coexistan el STUNAM, mayoritariamente integrado por trabajadores administrativos, y la Asociación Autónoma del Personal Académico.
Aunque se ha visto que los llamamientos y exhortaciones a poner fin a la huelga, formulados por profesores y jefes de área y departamento, coordinadores y responsables de cuerpos académicos, no son atendidos por el sindicato, en busca de un resultado diferente se está gestando una movilización de ex alumnos para invocar los valores de la universidad en que se formaron y de ese modo instar al comité de huelga a la reapertura de la universidad. Una asociación formal que los agrupa, la Fundación UAM, ha citado a una concentración para mañana al mediodía, frente al Palacio de Bellas Artes, a fin de hacer sentir al sindicato que, sin mengua de la respetabilidad de sus derechos, hay otros con los que los sindicales deben ser armonizados.
La autoridad universitaria se halla presa de constricciones presupuestales, rigidez jurídica y costumbres estamentales (altos salarios de los funcionarios) que lastran su posibilidad de entenderse con un sindicato que incluye miembros a los que esta huelga conviene porque la ubican no en el ámbito al que corresponde, una universidad pública, sino como parte de una movilización social más amplia y son, por lo tanto, insensibles a los reclamos de la casa en que trabajan pero de que no sienten parte. En la coyuntura, además, la Rectoría ha errado al hacer y retirar ofrecimientos que enardecen no sólo a los sectores más radicales. El secretario general de la institución quizá se ha desgastado al extremo que haría necesario su reemplazo en la interlocución por otro funcionario dotado de capacidades de decisión, como por ejemplo el abogado general. Para colmo, el rector general accedió a que una reunión con miembros del gobierno federal (los subsecretarios de Educación Superior, Rodolfo Tuirán, y del Trabajo, Álvaro Castro, cuya presencia en las orillas del conflicto es comprensible) tuviera lugar en Gobernación, con el responsable de la política interior Abraham González, formalmente ajeno al conflicto.
Cajón de Sastre
El presidente del partido Alternativa, Alberto Begné, pretende hacer creer que mis afirmaciones sobre su persona, el 26 de marzo, son producto de la deshonestidad intelectual o la ignorancia. Ni lo uno ni lo otro. Son resultado de información, que es la materia prima de mi trabajo. La violencia en la asamblea del Distrito Federal fue atestiguada y resentida en su propio cuerpo por Andrés Lajous, a quien Begné ni siquiera se refiere. La prueba que exige sobre palabras que pongo en su boca es el testimonio de Ricardo Raphael, que las oyó directamente de él. De la intromisión de Alternativa en los comicios del PRD me atengo a lo dicho por la diputada Elsa Conde y Jorge Javier Romero, que el 5 de marzo denunciaron el canje de favores políticos entre Begné y Nueva Izquierda en el estado de México.
Correo electrónico: miguelangel@granadoschapa.com
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