viernes, 18 de junio de 2010

Endorfina.

Carmen Aristegui F.
18 Jun. 10

Un torrente de endorfina ha recorrido al cuerpo adolorido de este país gracias al histórico triunfo de la selección mexicana, 2 a 0 frente a Francia, el día de ayer en el estadio Peter Mokaba de la ciudad de Polokwane en el Mundial de Sudáfrica 2010. Se bloqueó, momentáneamente, el sufrimiento que atraviesa México causado por diferentes y muy graves motivos, para dar paso a un conjunto de sensaciones placenteras que produce un resultado deportivo de esta naturaleza. El seleccionado de Javier Aguirre tuvo los méritos suficientes para darle a millones de habitantes una alegría descomunal, como descomunal es la necesidad de esos millones para encontrar motivos de orgullo nacional.

Miles de personas concurrieron a las plazas, a los zócalos, a las calles y las avenidas. Se treparon en los puentes y decretaron, sin más, tarde de asueto laboral. Miles en todo el país tocaron cláxones, hicieron sonar silbatos, se pintaron el rostro con pintura tricolor y dieron rienda suelta a una fiesta liberadora. El gol de El Chicharito Hernández, medido, calculado y ejecutado sin prisa, dejó sin respiración durante tres larguísimos segundos a una afición a la que se le iba la vida en ese preciso instante. Los casi 30 mil compatriotas que viajaron a tierras lejanas para estar presentes en el encuentro -parecía el Azteca en un domingo cualquiera- presenciaron, junto con los millones que lo veían por televisión, el penalti cobrado por Cuauhtémoc Blanco con un ánimo desbordado que alcanzó, durante horas, para la gran farra que se corrieron en tierras sudafricanas. Se celebra, entre otras cosas, el efecto acumulado de las dos victorias notables que en apenas 15 días consiguieron: la primera, frente al campeón del mundo en un partido amistoso y ahora, en Sudáfrica, con el subcampeón mundial, colocando a México empatado con Uruguay en el liderato del Grupo A. El futbol representa muchas cosas en un país como el nuestro. Futbolero, de por sí, ha sido sometido a una campaña patriótico-motivacional, encabezada por el director técnico de la selección que sobredimensiona las expectativas para este Mundial y asocia al futbol como un factor con potencial transformador. Para pasar del México del ya merito al México del sí se pudo. En estos momentos, hay motivos para el júbilo y esperemos que se sostengan, de lo contrario, ya nos sabemos el guión de esta película: el héroe se convierte en villano y los leones de hoy se transmutarán en ratoncitos.

El efecto social de esta fiesta futbolera, de la que es casi imposible sustraerse, coexiste con un panorama especialmente desolador que vive el país, que ha durado un periodo demasiado prolongado. Los últimos días han sido identificados como los más violentos del sexenio. Apenas el viernes de hace una semana se contaban 77 muertes relacionadas con el crimen organizado. En horas, el récord se vuelve a romper. Cada tercer día se informa sobre la "jornada más violenta del sexenio". Se pueden proyectar las cifras oficiales para calcular que, al finalizar este año, México habrá registrado un volumen aproximado de 30 mil personas muertas en hechos violentos relacionados de alguna manera con confrontaciones o persecuciones del crimen organizado. Las más recientes matanzas de jóvenes ocurridas en centros de atención a las adicciones, sumadas a las masacres y ataques directos en contra de fuerzas federales y los motines y ejecuciones masivas dentro de los penales completan un cuadro que incluye historias como la muerte de niños como los Almanza Salazar -cuya forma de morir fue descrita esta semana en la recomendación emitida por la CNDH- que deja en pésimo estado la credibilidad de la instancias de procuración de justicia militar.

El panorama, en lo general, es desolador. La percepción de que no se ha ganado nada y que, por el contrario, hemos perdido buena parte de nuestra tranquilidad está cada vez más presente entre nuestra sociedad. La incertidumbre, el desánimo y la exigencia de explicaciones llevaron a Felipe Calderón a escribir el extenso comunicado del domingo pasado: "La lucha por la seguridad pública". Una especie de diagnóstico y explicación tardía e insuficiente con el que ha tratado de dar respuesta a una creciente demanda de una explicación oficial. Ahora que, si de lo que se trataba era de reactivar el ánimo nacional, vale más -en lo inmediato y ciertamente efímero- un partido ganador contra Francia, que un desplegado de prensa y una cadena nacional.

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