Guadalupe Loaeza
10 Nov. 09
Querido Tomás:
Ayer, en medio de una fiesta gigantesca, se celebraron 20 años de la destrucción de un muro largo, largo como esos que te gusta construir con tu Lego. Pero éste, desafortunadamente, no era tan bonito como los que tú sueles levantar con tanta maestría. El Muro de Berlín (nombre con el que lo bautizaron desde 1961) dividía a la capital de un país muy grande e importante de Europa que se llama Alemania. El muro que estaba construido en la ciudad y que medía 45 kilómetros, la dividía en dos partes: en Berlín del Este y en Berlín del Oeste. Déjame decirte, Tomás, que este muro provocó muchas muertes, odio, separaciones y rupturas familiares, pero sobre todo causó muchas humillaciones entre los alemanes.
Imagínate, si hubieran construido un muro a lo largo del Periférico esto nos hubiese separado durante muchos años. Yo, atrapada en la colonia Roma y tú, en Las Lomas, sin podernos visitar, ni vernos aunque hubiera sido de lejitos. Jamás hubiera podido ir a tus cumpleaños para llevarte tus regalos, no hubiera podido ver a tus papás, ni hubiéramos podido pasar la Navidad juntos. ¿Te das cuenta lo terrible que hubiera sido? Claro que yo hubiera hecho hasta lo inimaginable por ayudarte a escapar, como lo hicieron muchos alemanes. Una de las evasiones más espectaculares fue la del 5 de octubre de 1964. ¿Qué crees que hizo un grupo de estudiantes que ya estaba harto de la falta de libertad y de no poder viajar a Berlín del Oeste, ni poder estudiar lo que querían, ni mucho menos criticar el régimen? Con la ayuda de muchas cucharas y tazas, escarbaron, durante seis meses, un túnel de 12 metros de profundidad por 145 metros de largo el cual llegaba hasta una panadería del otro lado del muro. Primero, pasaron 27 personas sin nada de equipaje para no despertar sospechas.
Los pobres estudiantes tuvieron que caminar 15 minutos entre el lodo y aguas negras (popó, pipí y demás porquerías) hasta lograr su objetivo. Al otro día, unas horas antes de que la Stasi, la policía secreta, descubriera el túnel, se escaparon 30 jóvenes más. Se volvieron tan famosos en todo el mundo que los empezaron a llamar los del "Túnel 57", el último que se construyó con tanto éxito. Después la Stasi construiría sus propios túneles paralelos a la frontera, para detectar los ruidos de otros posibles escapistas.
Era tal la desesperación de muchos de estos alemanes, que no faltó el que se saltara de la ventana, el que brincara el muro con una garrocha o el que se metiera en el motor de esos cochecitos tan feos fabricados en la Unión Soviética, un Moskovitch, con tal de escaparse. Lo peor era cuando los capturaban, primero los juzgaban, en seguida los encarcelaban, para después canjearlos a la RFA por dinero. Pero mi huida predilecta fue la que sucedió en 1979. Dos familias amigas decidieron fabricar un globo de Cantoya. ¿Te acuerdas que te enseñé uno que está en uno de tus libros de Julio Verne? Bueno, pues juntaron muchas sábanas, las cosieron a unos impermeables viejos y fabricaron un enooooorme globo de aire caliente. En él se fueron por los aires hasta Baviera, que está en el sur de Alemania, sin que la policía secreta pudiera atraparlos. ¿Verdad que fue una idea maravillosa?
Por eso, Tomás, cuando por fin cayó el Muro de Berlín en 1989, todo el mundo estaba feliz, finalmente los alemanes se unían. Su derrumbe significaba la derrota de un régimen opresivo y totalitario. Incluso hoy los alemanes lo recuerdan con cierta frustración... Ayer, la canciller, que es como la presidenta de Alemania, Angela Merkel, dijo con una enorme sonrisa frente a más de 100 mil personas: "Es un día de fiesta, no sólo para Alemania, sino para toda Europa. Hoy celebramos el valor y la voluntad inquebrantable de miles de personas en la RDA...". Fíjate, Tomás, que Angela vivió en el lado Este desde que tenía muy poquitos meses de nacida, entonces, ella sí sabe perfectamente lo importante que era unir las dos Alemanias.
¿Sabes qué fue lo más bonito de la fiesta de ayer, aparte de los fuegos artificiales? El momento en que el ex dirigente polaco Lech Walesa levantó su dedo pulgar y tiró la primera de las mil fichas de un dominó de más de 2 metros de alto. Cada una de estas fichas tenía un dibujo hecho por niños, artistas e intelectuales de todo el mundo: todas empezaron a caer en cascada representando el desplome del Muro. Allí, estaba la ficha pintada por mexicanos con unas figuras de nopal. (Ojalá que un día también nosotros podamos derrumbar el muro de 1200 kilómetros que divide a México y Estados Unidos).
Espero que cuando seas grande vayas a Berlín y visites la puerta de Brandenburgo, pienses que por culpa de un muro muchas abuelas no pudieron consentir a sus nietos, pero sobre todo se vieron imposibilitadas para alertarlos acerca de lo terribles que son las guerras y sus tristes consecuencias, como fue el caso de la Alemania dividida. Te quiere, Mamalú.
gloaeza@yahoo.com
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