El maestro David Velasco, académico del ITESO, en su participación semanal para el programa Forma y Fondo, Miércoles 28/10/2009.
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Impuestos, entre el empobrecimiento y los privilegios
Como era de esperarse, al parecer, los senadores van a corregir el paquete de impuestos que los diputados aprobaron. Pero no precisamente porque se hayan compadecido y escuchado los clamores de los más pobres, sino porque las presiones de las grandes empresas se hicieron sentir. Cancelado el 2% chantajista para combatir la pobreza, ahora la discusión se centra en torno al aumento en el ISR y, en particular, en la revisión de los regímenes especiales, a través de los cuales las grandes empresas o no pagan impuestos o pagan demasiado poco. Muy lejos, por supuesto, de lograr que paguen más impuestos quienes ganan más y paguen menos los que menos ganan. Pero en la práctica no es así. Lo mismo da que el ISR, por ejemplo, sea de 15, 20 o 30 %, si al causante cautivo, como la gran mayoría, se le descuenta de su sueldo y lo retiene el empleador; en cambio, las grandes empresas y sus regímenes especiales, pueden hacer acomodos entre grupos de empresas y diferir el pago de los impuestos sin fecha precisa, o bien, pagar sólo una tercera parte o menos del porcentaje aprobado en la Ley de Ingresos. Así, tenemos la enorme paradoja de que cualquiera que gane 6 mil pesos mensuales, paga mucho más de impuestos que una gran empresa que tiene un régimen especial, como las tiendas de autoservicio, las grandes televisoras y muchas otras.
Además de la inequidad fiscal, mediante la cual pagan más impuestos los que menos ganan y los que más ganan, o no pagan o pagan cualquier cosa, el problema de fondo también tiene que ver con cuestiones electorales. A los senadores no les preocupa tanto la inequidad fiscal, cuanto el poder aportar suficientes recursos a los estados en los que se realizarán elecciones durante el próximo año, además de prepararse, desde ahora, para las elecciones presidenciales del 2012. Por eso, y no por otras razones, se da la posibilidad de aprobar el aumento del IVA en 1%, pero, por otro lado, se da la discusión en torno al costo político de una decisión que, al menos en el caso de los priístas, contradice frontalmente uno de sus lemas de campaña, “no al aumento de los impuestos”. De ahí que, curiosamente, los senadores no discutan tanto en torno a los números de más o de menos en el cobro de los impuestos, sino en culpabilizar a un partido o a otro de la responsabilidad política del aumento de los impuestos.
Por otra parte, esta discusión entre senadores en torno al paquete fiscal del 2010, deja de lado una de las fallas estructurales de la política fiscal mexicana, que radica básicamente en la petrolización del gasto público, por un lado; y por el otro, en el aumento exagerado de la burocracia, en particular de la alta burocracia, de directores generales para arriba. Y por si fuera poco, no son pocas las voces, desde la izquierda hasta la derecha, que señalan la inutilidad de los partidos políticos y lo mucho que nos cuestan a todos los mexicanos y mexicanas, paguemos o no paguemos impuestos. Y si de inutilidades hablamos, no serían sólo los partidos políticos, ni algunas secretarías de estado, quizá el Estado mismo, en su conjunto, el que resulta inútil, costoso y, para colmo de males, represor de todas las luchas sociales que actualmente ocurren en todo el país. Pero ciertamente, un Estado inútil y costoso, para la mayoría de la población, y tremendamente útil para seguir enriqueciendo a las grandes empresas que, tratándose de fibra óptica de la CFE y de la, ahora extinta, LyFC, resulta utilísimo un presidente del empleo que desemplea a más de 40 mil trabajadores, al mismo tiempo que oculta información sobre los negocios con la fibra óptica y propone que no paguen impuestos las nuevas empresas de telefonía celular, entre las que se encuentran, por supuesto, Televisa y otras. Todo es relativo. Un gobierno inútil para los más pobres; un gobierno utilísimo para los más ricos. Con un agravante, que ese gobierno inútil para los pobres ha aumentado el número de los pobres y amenaza con seguirlos aumentando, a costa, por supuesto, de los que no son tan pobres y para beneficio, de los que son cada vez más ricos. Eso sí, los senadores descuidaron el nombramiento de la terna para la sucesión en la CNDH y la pospusieron para el viernes de la siguiente semana. Hay cosas más importantes por decidir, los derechos humanos pueden esperar.
Como era de esperarse, al parecer, los senadores van a corregir el paquete de impuestos que los diputados aprobaron. Pero no precisamente porque se hayan compadecido y escuchado los clamores de los más pobres, sino porque las presiones de las grandes empresas se hicieron sentir. Cancelado el 2% chantajista para combatir la pobreza, ahora la discusión se centra en torno al aumento en el ISR y, en particular, en la revisión de los regímenes especiales, a través de los cuales las grandes empresas o no pagan impuestos o pagan demasiado poco. Muy lejos, por supuesto, de lograr que paguen más impuestos quienes ganan más y paguen menos los que menos ganan. Pero en la práctica no es así. Lo mismo da que el ISR, por ejemplo, sea de 15, 20 o 30 %, si al causante cautivo, como la gran mayoría, se le descuenta de su sueldo y lo retiene el empleador; en cambio, las grandes empresas y sus regímenes especiales, pueden hacer acomodos entre grupos de empresas y diferir el pago de los impuestos sin fecha precisa, o bien, pagar sólo una tercera parte o menos del porcentaje aprobado en la Ley de Ingresos. Así, tenemos la enorme paradoja de que cualquiera que gane 6 mil pesos mensuales, paga mucho más de impuestos que una gran empresa que tiene un régimen especial, como las tiendas de autoservicio, las grandes televisoras y muchas otras.
Además de la inequidad fiscal, mediante la cual pagan más impuestos los que menos ganan y los que más ganan, o no pagan o pagan cualquier cosa, el problema de fondo también tiene que ver con cuestiones electorales. A los senadores no les preocupa tanto la inequidad fiscal, cuanto el poder aportar suficientes recursos a los estados en los que se realizarán elecciones durante el próximo año, además de prepararse, desde ahora, para las elecciones presidenciales del 2012. Por eso, y no por otras razones, se da la posibilidad de aprobar el aumento del IVA en 1%, pero, por otro lado, se da la discusión en torno al costo político de una decisión que, al menos en el caso de los priístas, contradice frontalmente uno de sus lemas de campaña, “no al aumento de los impuestos”. De ahí que, curiosamente, los senadores no discutan tanto en torno a los números de más o de menos en el cobro de los impuestos, sino en culpabilizar a un partido o a otro de la responsabilidad política del aumento de los impuestos.
Por otra parte, esta discusión entre senadores en torno al paquete fiscal del 2010, deja de lado una de las fallas estructurales de la política fiscal mexicana, que radica básicamente en la petrolización del gasto público, por un lado; y por el otro, en el aumento exagerado de la burocracia, en particular de la alta burocracia, de directores generales para arriba. Y por si fuera poco, no son pocas las voces, desde la izquierda hasta la derecha, que señalan la inutilidad de los partidos políticos y lo mucho que nos cuestan a todos los mexicanos y mexicanas, paguemos o no paguemos impuestos. Y si de inutilidades hablamos, no serían sólo los partidos políticos, ni algunas secretarías de estado, quizá el Estado mismo, en su conjunto, el que resulta inútil, costoso y, para colmo de males, represor de todas las luchas sociales que actualmente ocurren en todo el país. Pero ciertamente, un Estado inútil y costoso, para la mayoría de la población, y tremendamente útil para seguir enriqueciendo a las grandes empresas que, tratándose de fibra óptica de la CFE y de la, ahora extinta, LyFC, resulta utilísimo un presidente del empleo que desemplea a más de 40 mil trabajadores, al mismo tiempo que oculta información sobre los negocios con la fibra óptica y propone que no paguen impuestos las nuevas empresas de telefonía celular, entre las que se encuentran, por supuesto, Televisa y otras. Todo es relativo. Un gobierno inútil para los más pobres; un gobierno utilísimo para los más ricos. Con un agravante, que ese gobierno inútil para los pobres ha aumentado el número de los pobres y amenaza con seguirlos aumentando, a costa, por supuesto, de los que no son tan pobres y para beneficio, de los que son cada vez más ricos. Eso sí, los senadores descuidaron el nombramiento de la terna para la sucesión en la CNDH y la pospusieron para el viernes de la siguiente semana. Hay cosas más importantes por decidir, los derechos humanos pueden esperar.
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