lunes, 11 de mayo de 2009

Superación.

Manuel Camacho Solís
Superación
11 de mayo de 2009


La ciudad de México tiene una extraordinaria capacidad para hacer frente a las crisis y aprender de ellas. Enfrenta con solidaridad y eficacia. Innova. Deja algo mejor para el futuro. Esa ha sido la experiencia de las últimas crisis, tanto la del temblor de 1985, como la de la contaminación del aire de 1989. Esa puede y debe ser el aprendizaje de la epidemia de influenza de 2009.
Los habitantes de la ciudad de México han tenido una reacción admirable. Ante un virus nuevo, que no importaba dónde hubiera aparecido, sino dónde estaba causando sus efectos, la ciudad respondió. ¿En cuántas metrópolis del mundo se habrían seguido al pie de la letra las recomendaciones de las autoridades sanitarias y se habrían podido cerrar escuelas, universidades, restaurantes, comercios, centros de espectáculos e iglesias, como aquí se hizo? ¿Sobrerreacción, cuando en los primeros días se sabía que era un nuevo virus y se doblaba el número de muertos?
En 1985, ante la destrucción de los sismos que dejaron sin vivienda a medio millón de sus habitantes, es imposible olvidar la respuesta solidaria de los vecinos para defender la vida de sus compañeros, las movilizaciones sociales para exigir una respuesta pública, los niveles de consenso que permitieron llevar a cabo la reconstrucción bajo un acuerdo de pluralidad política y el apoyo de todos los sectores de la sociedad. Con la reconstrucción la ciudad ganó: mejoró la vivienda de los damnificados, las familias se hicieron de un patrimonio, se establecieron normas más exigentes de construcción y tuvo lugar un despertar democrático.
En 1989, ante la crisis de contaminación del aire que exponía a la ciudad a altos riesgos y que mantenía a la población en una permanente zozobra, fue determinante el apoyo social que permitió aplicar un programa ambicioso de mejoramiento de la calidad del aire. Éste exigió numerosos sacrificios a los automovilistas, a las fábricas que tuvieron que ser relocalizadas o corregidas; requirió de cuantiosas inversiones para sustituir y mejorar los combustibles. La ciudad ganó: de ser la más contaminada, se convirtió en ejemplo de cómo mejorar la calidad del aire.
Con la recuperación sanitaria y económica en marcha, ahora se abre una gran oportunidad para avanzar en la salud pública, mejorar la capacidad de respuesta frente a epidemias, fortalecer la capacidad de vigilancia epidemiológica, relanzar la investigación y el cambio tecnológico con las universidades, los institutos de salud y la industria farmacéutica. El principal recurso que tiene la ciudad son sus recursos humanos capacitados, y donde mayor es la ventaja, es precisamente en la salud. La salud puede mejorar para beneficio de la población y convertirse en una poderosa palanca de desarrollo para generar nuevos empleos en la economía del conocimiento.
La ciudad de México todavía no puede bajar la guardia frente a un posible rebote de la epidemia, pero por lo pronto puede, como lo ha hecho antes, trazar una ruta de superación.

Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista

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