Julio Pimentel Ramírez
El panorama nacional, de por sí sombrío, se ha enrarecido con declaraciones de funcionarios estadounidenses que subrayan el creciente peligro que representa el narcotráfico mexicano para su país y las ríspidas respuestas de funcionarios de la administración calderonista y del propio usurpador de Los Pinos, respaldados por legisladores "patriotas" y la cúpula eclesiástica, que se rasgan las vestiduras de falso nacionalismo.
Al recurrir al viejo estilo priísta, que pretendía ocultar el proceso de creciente dependencia estructural de la economía mexicana (agudizada por el modelo neoliberal instrumentado en los últimos 5 sexenios) a la del vecino del Norte y la concebida cesión de soberanía nacional que eso conlleva, tras la cortina de humo de un discurso nacionalista, los panistas en el gobierno balbucean palabras de protesta, no tratando de recuperar la dignidad perdida, la soberanía menoscabada, sino en un afán de compartir culpas, evadir responsabilidades y, de paso, con la ilusión de obtener la legitimidad que de origen carecen.
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