miércoles, 24 de junio de 2009

Dilemas de un elector

Miércoles 24 de junio de 2009


David Velasco - Comentario Radiometropoli

Con el inicio de la temporada de huracanes, ciclones y tormentas tropicales, comienza también, en este 2009, el proceso de reflexión para muchos electores y electoras. Desde el abstencionista pasivo, que sólo tiene la preocupación de la lucha por la sobrevivencia diaria, hasta el elector duro y tradicional votante por alguno de los partidos mayores.
Entre uno y otro extremo, así como después de la tempestad viene la calma, pues hay muchas variedades.

Quizá lo más importante es no perder de vista el contexto general que vive México, en una de las mayores catástrofes económicas de su historia, peor todavía que la del ya lejano 1995, con los llamados “errores de diciembre” que ni han sido corregidos y, por el contrario, han profundizado una crisis económica que, para variar, ha hecho más ricos a los ricos, aunque menos en número, y más pobres a los pobres, esos sí, en creciente mayoría, pues se calcula en más del 80% de los mexicanos y mexicanas que viven algún tipo de pobreza.

En estas condiciones, el huracán mayor, y no precisamente “Andrés” que está de paso por Jalisco, es precisamente de tipo económico: devaluación del peso, cierre de empresas, más de dos millones de empleos perdidos durante los primeros dos años del “presidente del empleo”, caída del envío de remesas, caída de los ingresos por petróleo y caída de los ingresos por turismo, nuestros tres principales ingresos nacionales.

Es decir, las próximas elecciones ocurren en medio de la catástrofe económica, resultado, no “de la crisis que nos llegó de fuera” como dice mentirosamente un espot panista, sino de una pésima política económica que miente cada vez que puede, desde el secretario de hacienda hasta el presidente, pasando por el secretario del trabajo, el de turismo, el de economía y todo el gabinete económico.

Pero si de huracanes políticos hablamos, tenemos mucha tela de dónde cortar, comenzando por la falta de legitimidad del titular del ejecutivo federal que ha tomado la supuesta guerra contra el narcotráfico como su principal bandera y el apoyo, como todo gobierno débil, de las fuerzas armadas.

Hay quienes critican la llamada “partidocracia”, el gobierno de los partidos políticos, en realidad y en los hechos, incluso contra la ley misma, la progresiva militarización del país nos acerca más a la realidad brutal de una dictadura que se da el lujo de hacer aprobar leyes que violentan derechos fundamentales, reconocidos internacionalmente.

Si la crítica de la partidocracia parte fundamentalmente de los grandes medios de comunicación, es porque, del otro lado de la moneda se critica la realidad del ejercicio del poder de los medios, es decir, de la existencia de una “mediocracia”, el gobierno de los medios, en particular de las grandes televisoras.

De esta manera, para un elector consciente, la pregunta no es sólo votar o no votar, y si decide votar, por cuál de las opciones partidistas o la franca e inútil anulación del voto; el problema es si con su voto favorece la partidocracia o la mediocracia. En este dilema mayor, el problema de la democracia desaparece, simplemente no existe, no hay el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.

Por tanto, el resultado del “sufragio efectivo” – la viejísima y casi centenaria demanda maderista – carece de importancia cuando los poderes fácticos, en particular el de las televisoras logran imponer la agenda política, incluso la legislación que más les conviene, por supuesto para torcerla, como el actual caso de la reforma electoral.
Los huracanes económicos y políticos nos pueden llevar a otro tipo de tempestades, aquellas que se fraguan desde abajo y a la izquierda, los cientos y miles de resistencias y rebeldías que existen en todos los rincones del país, del Jalisco rebelde, ambientalista e indígena, que se moviliza, protesta y propone. Es otra manera de hacer política.

El voto nulo, aunque sea de censura, favorece a los censurados.
El activismo político desde abajo y a la izquierda realmente pone en entredicho tanto a la partidocracia como a la mediocracia.

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