José Enrique González Ruiz.
La muerte está agradecida
con Felipe Calderón:
ni la epidemia del sida
trajo tantos al panteón.
Aplica con fanatismo
las recetas imperiales;
fiel al neoliberalismo
sin importarle los males.
Más de 50 mil muertos
y un país ensangrentado
saldo es de los entuertos
de un gobierno desquiciado.
La calaca no se traga
el cuento de Calderón
de que el incendio se apaga
echando lumbre al fogón.
Jóvenes sin esperanza,
sin escuela y sin trabajo.
Arriba sigue la transa
a costa de los de abajo.
Por caminos y parajes
hay cadáveres regados;
la muerte se teje un traje
con cabellos arrancados.
“Al espurio Calderón”,
dice la parca sin maña,
“por violar la Constitución
yo le paso la guadaña”.
El Ejército en las calles,
la Marina desatada;
sólo se escuchan los ayes
de la gente maltratada.
La flaca ya dio de baja
al conocido Fecal;
lo acomodó en una caja
y la cerró con metal.
No desea que se le salga,
pues comete tropelías;
no hay argumento que valga
respecto a sus fechorías.
Ya no quiere la Catrina;
que haya más confrontación.
por la actitud tan dañina
No hay comentarios:
Publicar un comentario