-Doctor tiene una consulta- dijo Lucí- pero tiene cara de sospechoso.
-¿Por qué sospechoso?
-Es que… no se tiene un celular y está hablando, bueno como tanta gente sospechosa que llega aquí.
-Voy a ver.
Leroy se asomo por la ventana, estaba el tianguis de los sábados, se fijo en2 personas que caminaban hablando por un celular, llegaron hasta el tianguis y se metieron, todo parecía tranquilo, bajo al pasillo y abrió el consultorio mientras le decía a Lucí que pasara la consulta, sin entrar al consultorio vio a un joven como de 170 con una pistola indicando que se metieran al consultorio, habla despacito, como no queriendo hacer ruido.
-¿Hay más gente?
Nadie contesto. Abrió la puerta y entro otro sicario más bajito, como de 150, con una escuadra plateada.
-¡El dinero! ¿Dónde está el dinero?
El segundo sicario subió y bajo a Pancho y a Isabel del segundo piso, a todos los metió al consultorio: Martha, Guadalupe, Guille, IsabelLucí, Pancho y Leroy.
-tu doctor dame le dinero, sabemos que aquíhay como 50- le grito a Leroy, ven para aquí.
Lo jalo al pasillo y lo esculco.
-ten lo de mi cartera es lo único que tengo.
-llévatelo al baño y truénatelo- grito el segundo.
-golpeo a Leroy en el cuerpo, le dio un codazo, y lo llevo al baño.
-híncate allí. Si encuentro el dinero ya te llevo la chingada pinche mediquito.
-maestro yo soy un asalariado, entre el viernes en la mañana y no hubo consultas, no tengo más que lo que te di.
Le puso un bolsa de plástico en la cabeza, hincado y le acerco una pistola en el parietal derecho, corto cartucho, claramente escucho Leroy el sonido, estaba paralizado. Ya sé, fingiré que lloro. Así se puso a llorar hasta sintió sobre su cara lágrimas,
--No estés llorando pendejéte de doctor, le dio un golpe con el puño en la cabeza y otro en la espalda.
-¿Qué hay arriba? Pregunto el sicario flaquito.
Entro un tercer sicario mientras los dos primeros subían a Leroy al segundo piso, con golpes y empujones llegaron a la cocina, donde lo arrodillaron, fingió llorar de nuevo en respuesta otros golpes recibió. Tiraron todo, se metieron al laboratorio, en el pasillo vieron la puerta de metal del departamento de Leroy.
-¿Qué hay allí? ¿Qué es ese cuartito?
Por el celular le dijeron algo al sicario flaquito, le quito la bata a Leroy y se la puso.
-¡esto ya valió madre! Arrodíllate.
Algo había pasado abajo le sicario flaquito vestido de bata, llego con Lucy le dijo que despidiera al que quería consulta, la metió al cubículo apuntándole,
-¿vengo a curación? Dijo el paciente.
-No lo puede atender, está en una cirugía menciono con mucha calma Lucí. Quien sabe de dónde saco tanta serenidad
-Bueno lo vamos a esperar- hizo un movimiento de querer sentarse.
-No mejor regrese mañana se va tardar como 3 horas
-¡vengo desde Chalco! Dijo enojado el paciente, en fin le dice al doctor que regreso el lunes.
El sicario satisfecho metió a Lucí al baño de nuevo con el tercer sicario cuidándolos.
Mientras el sicario gordo puso a Leroy de rodillas, le puso una caja de cartón en la cabeza, le decía que no lo mirara.
-¿conoces a la banda? –Preguntó el sicario gordo- espero respuesta.
-si a todos.
-¿A cuales?
Leroy no recordaba el nombre de ninguno, pero le vino a su mente dos.
-El máster y el Diego.
Escucho algo por el celular y le dio un golpe en la cabeza y una patada en la pierna.
-Hay maestro no ganas nada con maltratarme, soy un asalariado si quieres vamos a mi cuarto abajo.
-¿Qué coche tienes?
-un tsuru
-no me digas chingaderas, el chevy gris que está afuera es tuyo.
Le dio otra patada y un golpe en la espalda, saco su pistola y se la puso en el parietal derecho.
-“ora” si te llevo la chingada por mentiroso.
-corto cartucho otra ocasión y le saltaron tres balas, nerviosos las recogió del suelo, una a una hasta juntar las 3 doradas balas.
-Para que veas que no estoy jugando, que tengo balas.
Se veía que no era experto en pistolas, al segundo corte de cartucho las balas salieron, cuando había cargado de nuevo el arma llego el sicario flaco, se puso enfrente del departamento y dio 3 patadas. Rompió la chapa y entro, revoloteo todo, tiro cajones, rompió cables, el circuito cerrado de televisión lo rompió.
-quítate lo zapatos guey- dijo el sicario gordo.
Leroy se quito los zapatos, y luego lo arrodillo.
Dame las manos juntas con cable de sonido negro le dio varias vueltas a las manos juntas, luego paso le cable entre las manos e hizo un nudo.
Le puso una bolsa en la cabeza y le apunto de nuevo con la pistola, quédate allí, levanto el colchón y se lo aventó en la espalda, salió.
Leroy escucho algunos ruidos, las pisadas de los sicarios al salir, se quito la bolsa, mordió el cable, y corrió a la escalera, escucho como azotaba la puerta, regreso a la ventana y vio como se alejaban los cinco, rumbo al tianguis. Bajo y toco en el baño donde estaba el personal aterrorizado, lleno de pánico. Salieron como cuando un ratoncito sale del hoyo mirando a todos lados.
Después de ver que todo estaba bien busco algunos conocidos. Y llamo a su esposa, luego a la policía.
Habían pasado 45 minutos de horror, nunca supo que tan cerca estuvo de la muerte, de recibir un balazo por unos cuantos pesos, por mentiroso. Lo que sucedió después es cosa de risa, en el ministerio lo tuvieron esperando hasta las 22 horas para tomar su declaración, pero como se había caído el sistema, le dijeron que regresara el domingo a las 7 de la mañana, llego antes, todavía seguía el sistema mal, regrese el martes a las 10 horas, esa es la justicia expedita que nos ofrece el estado mexicano, ni modo Leroy no es poeta, entrenador de nadadores, ni millonario que vende aparatos deportivos, es simplemente un superviviente de la guerra contra el mal.
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