miércoles, 6 de julio de 2011

Descomposición desbordada.

En días pasados, Elba Esther Gordillo, presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y jefa máxima del Partido Nueva Alianza (Panal), admitió sin tapujos los pactos que realizó en 2006 con el entonces candidato presidencial Felipe Calderón para conseguirle votos a cambio de posiciones de poder, que a la postre se tradujeron en las titularidades de la Lotería Nacional (que se entregó a Roberto Campa, aspirante presidencial elbista), la Subsecretaría de Educación Básica de la SEP, ocupada hasta la fecha por su yerno, Fernando González Sánchez, y la dirección general del Issste, que ejerció el también elbista Miguel Ángel Yunes durante los primeros tres años de esta administración, hasta que optó por la candidatura panista al gobierno de Veracruz, hace un año. En sus declaraciones de la semana pasada, Gordillo se deslindó de Yunes y pidió que se realizara una auditoría a las finanzas de la institución que éste dirigió.

Ayer, el político veracruzano reaccionó a lo dicho por la lideresa, la acusó de haberle exigido 20 millones de pesos mensuales de los fondos del Issste para sufragar al Panal, dijo que “los únicos intereses” de Gordillo Morales son el dinero y el poder, y pidió, a su vez, que se realice una auditoría a sus bienes personales y a las finanzas del sindicato que ella controla.

Ciertamente, ni el cacicazgo de Gordillo ni la candidatura presidencial panista pudieron, en 2006, mantener en secreto sus acuerdos, éstos se hicieron del dominio público y han sido vistos, desde entonces, como uno de los factores irregulares que permitieron el acceso de Felipe Calderón Hinojosa a Los Pinos y que le han impedido, durante más de cuatro años, un ejercicio presidencial plenamente legítimo. Independientemente del papel que el grupo de Gordillo haya podido desempeñar en la conformación del 0.56 por ciento de los sufragios (menos de 250 mil votos) que, según las cifras oficiales, Calderón obtuvo como ventaja frente a su principal adversario, Andrés Manuel López Obrador, la componenda entre el PAN y el Panal –que en ningún momento se presentó como una alianza electoral asumida, registrada y franca– fue una manera de defraudar la voluntad de los votantes de ambos partidos, pues ni unos ni otros fueron informados de qué clase de fórmula política favorecían con su sufragio: los primeros no sabían que estaban contribuyendo a un gobierno que sería rehén político de Gordillo, en tanto que los segundos ignoraban que sus sufragios por Campa Cifrián serían trasegados en favor de Calderón.
Mal suele terminar lo que mal empieza. La inmoralidad de los acuerdos referidos se perpetuó en la conformación del equipo calderonista, ha impedido al titular del Ejecutivo federal decidir libremente sobre política y administración de la educación pública y, a la postre, el pleito entre Yunes y Gordillo pone al descubierto la vasta descomposición institucional que afecta al gobierno en su conjunto. Si, en el caso de la Lotería Nacional han salido a la luz algunos trasiegos ilícitos de dinero de esa institución hacia el cacicazgo que controla el SNTE, no hay razón para suponer que no haya ocurrido algo semejante en el Issste. Los señalamientos de Yunes en torno a las exigencias monetarias de su ex compañera de correrías políticas son verosímiles, pero no necesariamente lo es su alegato de inocencia. Si, como el propio veracruzano lo reconoce, el charrismo sindical de Gordillo contribuyó a financiar su fracasada campaña por la gubernatura de su estado natal, y si, como él mismo lo dice, “el único interés de Gordillo es el dinero y el poder”, resulta obligado preguntarse a cambio de qué le fueron entregados tales dineros.

A la luz de lo que hoy se sabe acerca de la incrustación del grupo elbista en la administración pública, resulta imperiosa e impostergable una investigación independiente y exhaustiva de las finanzas del Issste, del SNTE, de la Lotería Nacional, de la Subsecretaría de Educación Básica, así como del patrimonio de políticos y funcionarios involucrados en el intercambio de favores que ha venido ocurriendo en la administración en curso. Es indispensable, asimismo, que el titular del Ejecutivo federal esclarezca ante la sociedad los alcances y las implicaciones de su pacto con Gordillo, que ha acarreado descrédito e ilegitimidad a su administración y que ha introducido el cinismo como moneda corriente en la vida pública del país.

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